13 son las celebraciones universales que a través del Año Litúrgico realizamos en honor a la Virgen María, nuestra Madre. Nos toca celebrar su nacimiento como ella se merece. No puede pasar desapercibido.
Nacida para recibir y acoger en total libertad y con la suma gracia el Anuncio del Arcángel de su virginal y divina maternidad. Elegida desde antes de la creación por el Espíritu Santo para ser su Esposa y el Templo Santo de su Gloria.
Desde aquel día, su vida ha sido visitarnos con la Buena Noticia de su vientre virginal y presidir nuestra oración litúrgica con su Magnificat. Ella nos ha trazado la pauta de toda aclamación y actuar cristiano.
A ella pedimos en su cumpleaños por Cuba, bajo la Advocación de la Caridad del Cobre y por Venezuela a la Virgen del valle.
Es ella quien nos hace el regalo, en el día de su cumpleaños, de su intercesión, tal como hizo en las bodas de Caná, en agradecimiento a Cristo, quien desde la Cruz, por su Sacrificio, le obsequió la mantenidad de todos sus discípulos amados.
Por ser el día de la Santa, recibimos la Comunión que nos da la vida.