El demócrata Mark Warner, a la izquierda, junto al republicano Richard Burr, vicepresidente y presidente del Comité de Inteligencia del Senado, respectivamente, el pasado 9 de mayo. J. SCOTT APPLEWHITE AP

Los republicanos del Comité de la Inteligencia contradicen a los de la Cámara de Representantes y apoyan la tesis de la CIA sobre la injerencia rusa

El Comité de Inteligencia del Senado, de mayoría republicana, sostiene que Rusia interfirió en las elecciones presidenciales de 2016 con el fin de favorecer la victoria de Donald Trump, una tesis que se alínea con la de los servicios de inteligencia de Estados Unidos pero que choca con lo planteado hace solo dos meses por los propios republicanos de la otra cámara del Congreso, la de Representantes.

No es el informe final del Comité de Inteligencia del Senado sobre la injerencia electoral rusa, pero sus conclusiones son claras. Trump ha minimizado la aseveración de los servicios de inteligencia sobre los esfuerzos de Moscú para ayudarle a ser presidente, ha negado cualquier coordinación con Rusia y ha dicho sufrir una “caza de brujas”.

“Nuestro personal ha concluido que las conclusiones [de los servicios de inteligencia] eran precisas y correctas”, dijo el vicepresidente del comité del Senado, el demócrata Mark R. Warner, en una declaración conjunta con el presidente, el senador republicano Richard Burr. El pasado 12 de marzo, sin embargo, el representante Michael Conaway, encargado de supervisar la investigación de la trama rusa en la Cámara de Representantes, rechazó la teoría del apoyo a Trump. “No estamos de acuerdo con la narrativa de que estaban tratando de ayudar a Trump”, dijo a la prensa, y agregó que no se había hallado “ninguna evidencia de colusión”.

Los servicios de inteligencia dieron por seguro en su informe parcialmente difundido a primeros de 2017 que el Gobierno de Vladímir Putin había intentado ayudar al republicano a ganar las elecciones en detrimento de Hillary Clinton. Para llevar a cabo esta interferencia, realizaron ciberataques, difundieron correos privados de los demócratas y propaganda tóxica para la exsecretaria de Estado, según sus conclusiones. Si en esta estratagema hubo o no alguna colaboración con el propio círculo del hoy presidente se está aún analizando.

La investigación de la injerencia de Moscú en las cámaras legislativas se ha desarrollado en paralelo a la iniciada hace casi un año por el fiscal especial Robert Mueller, y que trata de esclarecer si hubo dicha conchabanza entre el Kremlin y el círculo de Trump. Las pesquisas también exploran si hubo obstrucción a la justicia por parte del presidente de Estados Unidos, que alimentó esta sospecha cuando en mayo del año pasado despidió a James Comey como director del FBI, cuando se hallaba encima de este caso. Comey declaró poco después haberse sentido presionado para zanjar rápidamente el asunto.

La polémica reunión rusa de Trump Jr.

Por otra parte, el Comité Judicial del Senado difundió este miércoles 2.500 páginas de transcripción de las comparecencias a puerta cerrada de Donald Trump Jr. y de otras personas que participaron en junio de 2016, a cinco meses de las elecciones presidenciales, en una reunión con una abogada rusa en Nueva York. En los correos electrónicos enviados a Trump Jr. en que aceptó celebrar el encuentro, Natalia Veselnitskaya fue presentada como una “abogada del Gobierno ruso” que, como “parte del apoyo de Rusia y su Gobierno a Trump”, tenía información comprometedora sobre la demócrata Hillary Clinton. La reunión es uno de los pilares de la investigación de Mueller y del propio comité judicial, que todavía no ha anunciado sus conclusiones.

Los testimonios publicados apuntalan la versión de Trump Jr. de que la reunión fue una pérdida de tiempo porque la abogada no ofreció ningún detalle relevante sobre Clinton y en cambio reclamó cambiar una ley que restringe las adopciones de niños rusos en EE UU. Pero la transcripción de las comparecencias alimenta algunas de las sospechas alrededor del caso. Por ejemplo, Trump Jr. admite que su padre pudo haber participado en la redacción de un comunicado de la Casa Blanca en que se omitía que la reunión había sido propuesta como parte del esfuerzo ruso para ayudarle en la campaña electoral. Mueller investiga si la nota puede suponer un delito de encubrimiento.

En su comparecencia, Trump Jr. dice no recordar muchos detalles y minimiza otros tantos. Resta importancia a que, en los correos de preparación de la reunión, él dijera que estaba encantado de celebrarla. Esgrime que tenía muy poca información pero que recibir una oferta de trapos sucios de Clinton no le pareció sospechoso. También asegura que no comunicó a su padre la polémica reunión. Una de las sospechas es si procedía de su progenitor una llamada desde un número secreto que recibió tras hablar con Emin Agalarov, la estrella musical rusa vinculada con la abogada y que promovió el encuentro. Trump Jr. aseguró en el Senado que no recuerda con quién habló en ese momento.

Fuente: Periódico El País