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Por Liza Collado

Este artículo, se presentó anoche en la puesta en circulación de la Revista del I Congreso Mundial de Mujeres Políticas que realizó el Perú, en ocasión de su bicentenario, evento en el que tuvimos el honor de representar nuestro país; recoge la participación política de la mujer en sus inicios, incluye en sus párrafos los acontecimientos históricos más relevantes de los movimientos femeninos y su lucha por la visibilidad e igualdad de oportunidades. A través de citas y datos históricos es nuestro interés reforzar en la memoria la participación y hazañas protagonizadas por valiosas mujeres que abrieron el camino para que hoy pudiéramos estar ahí, representando nuestros países y defendiendo el papel de la mujer.

Los hechos históricos dan cuenta de que el prólogo de los movimientos feministas se redactó en Francia, con la revolución francesa. Luego de la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, Olympe de Gouges declaró los derechos de las mujeres, exigiendo en ellos el derecho al voto y el acceso de estas a los cargos públicos.

Hasta el suffrage o movimiento sufragista de principios del siglo XX, esta exigencia constituyó la principal reivindicación de los movimientos de las mujeres.

“Las mujeres tuvieron participación en la revolución francesa con los mismos derechos que los hombres, pertenecían a las asociaciones políticas, fundaron sus propias asociaciones y defendían la causa de la mujer en los periódicos y medios de comunicación”, como revela el autor inglés Dietrich Schwanitz. Sin embargo, cuando los líderes del movimiento empezaron a pedir a las mujeres que se vistiesen como hombres, la convención les privó del derecho a reunirse cerrando sus asociaciones.

En la época, Mary Wollstonecraft recordó a los revolucionarios que en su declaración habían ignorado los derechos de las mujeres y para poder remediar esto, escribió “la Reivindicación de los Derechos de la Mujer en 1972”, “A Vindication of the Rights of Woman”, así lo revela la literatura feminista. Esto porque además de la posibilidad de defender sus derechos en el parlamento, reivindicaba el de las mujeres a informarse adecuadamente.

Esta valiente mujer logró impactar a toda Europa defendiendo el derecho que tienen las mujeres al placer en el coito. Acusando a los hombres de reducir el papel de las mismas, sostenía que las etiquetaban solo como amas de casa u objetos sexuales, con este argumento Wollstonecraft se convirtió en una de “las primeras heroínas del movimiento de las mujeres.”

Durante las dos generaciones siguientes el movimiento de las mujeres se mantuvo dormido,  no despertó hasta la segunda mitad del siglo XX en Inglaterra. Posteriormente, cerca del 1870 se reiniciaron las discusiones sobre la formación universitaria y profesional de la mujer, quien tuvo como desencadenante a Florence Nightingale, responsable de la organización sanitaria en la guerra de Crimea en el año 1855, logrando imponerse, reorganizando la administración sanitaria, buscó enfermeras cualificadas que garantizando la asistencia médica consiguieron la reducción de la tasa de mortalidad de los soldados heridos de 42 al 1 por ciento.

Esta combinación guerra-mujer consiguió un espectacular éxito. Una vez cesada la guerra, se reformó el sistema sanitario del ejército y Florence colaboró en la consolidación de la Cruz Roja, organismo que había fundado Henri Dunant. El liderazgo e influencia de esta decidida mujer, transformaron la idea que se tenía sobre la capacidad de nuestro género.

De forma paralela, John Stuart Mill inició un movimiento que defendió el sufragio femenino contando con el apoyo de Nightingale, fundando los “Women s Collage” en las universidades de Oxford y Cambrige, hazaña que permitió a las mujeres acceder a la enseñanza superior.

Los que hemos tenido la oportunidad de leer el influyente escrito “The Subjection of Women” del año 1869, el autor ya había expresado sus dudas sobre la fundamentación respecto de los roles de la mujer, y contrapuso el cliché de la mujer pasiva a la imagen de la mujer responsable e independiente.

Años más tarde, a mediados de la década de 1870 Emma Patterson ya había fundado un sindicato de mujeres trabajadoras; George Bernard Shaw dedicaba su talento como dramaturgo al tema de la emancipación de la mujer; en 1906 Pankhurts y su hija Christabel fundaron la Unión Femenina Social y Política, para 1907 se fundó la “Liga de hombres a favor del sufragio femenino”, convirtiéndose la revista Votes for Women en la voz de sus militantes.

Posteriormente, en el año 1966, la organización NOW (National Organisation of Women) en el marco del movimiento en pro de los derechos civiles en Estados Unidos, fue el punto de partida para el movimiento cultural revolucionario feminista, consiguiendo que las mujeres políticas lograran la aceptación de todas las formas gramaticales femeninas en los textos oficiales del Estado.

Desde entonces, hasta nuestros días, las mujeres hemos alcanzado grandes conquistas, demostrando que no hay un mejor reclamo electoral que nuestro género. Debemos continuar la lucha, no solo por nosotras, sino por las demás mujeres; con nuestro reconocimiento y acceso a la igualdad de oportunidades y participación política, podremos abordar mejor los problemas de todos y todas.