El desafío es decirle siempre si a Dios y a su voluntad.
Reconocer nuestras equivocaciones, temores que nos llevan a actuar con doblez y deslealtad hasta con quienes más queremos.
Nuestro problema es que todo lo hacemos tan complicado, estructurado a nuestros patrones y a lo obtuso de nuestras expectativas y apetencias.
Lo más saludable será seguir las huellas de la Virgen Madre, mujer sencilla, sincera, de palabra suave y corazón libre por su desprendimiento.
Mejor nido no pudo tener la Palabra de Vida que en ella se hizo Carne por su acogida al Espíritu Santo y necesidad constante de encontrar la voluntad del Padre.