María es la Madre de la raza humana. Su único Hijo, Nuestro Señor Jesucristo es la Nueva y Definitiva Alianza en su Cuerpo y su Sangre, Comunión a la que todos estamos llamados por el Espíritu Santo.
Admirable misterio contemplamos en el fruto del Vientre Virginal de María. Lo humano y lo divino se han unido de forma perfecta. Gracias a esto, se nos ha dado el vínculo inseparable para que todos podamos participar de la familia de Dios.
La Iglesia por el Misterio de la Encarnación de Cristo tiene un solo corazón, alma y sentir. A ella, todos pertenecemos cuando creamos lazos de amor y construimos puentes de concordia, paz y perdón mutuo.
Reunidos hoy, contemplando la aurora de la Buena Noticia que nos trae la esperanza de alcanzar la patria eterna del Cielo y agradeciendo las fuerzas de trabajar por ella, pedimos a la Virgen Madre de Dios que cada lágrima, fatiga, frustración y esfuerzo nuestro sirvan para acelerar la venida definitiva de nuestro Señor Jesucristo para salvación del mundo entero y por la conversación de nosotros pecadores.