Queremos estar con los nuestros en las Moradas eternas. Ya bien sabemos de infidelidades e injusticias. Las sufridas por nosotros y las cometidas contra otros.
De hoy en adelante, vamos a dedicarnos a servir a un solo Señor. No al dinero, ni a los placeres y disfrutes mundanos, menos poner atención a los que se burlan y maltratan a los que hacen una opción contundente por el Reino de Dios.
Por intercesión de la Virgen María pidamos seguir las indicaciones del Papa León XIV en Dilexi Te #218: Hoy todo se compra y se paga, y parece que la propia sensación de dignidad depende de cosas que se consiguen con el poder del dinero. Sólo nos urge acumular, consumir y distraernos, presos de un sistema degradante que no nos permite mirar más allá de nuestras necesidades inmediatas y mezquinas. El amor de Cristo está fuera de ese engranaje perverso y sólo él puede liberarnos de esa fiebre donde ya no hay lugar para un amor gratuito. Él es capaz de darle corazón a esta tierra y reinventar el amor allí donde pensamos que la capacidad de amar ha muerto definitivamente.

