En el Adviento y en la Navidad ratificamos las grandes verdades de nuestra Fe contenidas en el Credo de Nicea-Constantinopla.
Celebramos hoy al Papa que ratificó la Doctrina de la Persona del Espíritu Santo, Señor y Dador de vida en la Comunión del Padre y del Hijo, y por tanto en todo lo relativo a la Iglesia y a la vida de la gracia.
Tiempos difíciles eran aquellos del siglo IV DC para un Obispo de Roma que debía velar el Pueblo de Dios.
Es la época en que el explosivo y celoso San Jerónimo de Estridón trabaja por indicaciones del Papa Dámaso en la versión latina de las Sagradas Escrituras, texto oficial a únicamente proclamarse en la Sagrada Liturgía de la Iglesia Católica.
Veló vigilante mente el Papa de que nadie sacase beneficios en la obra caritativa hacia los huérfanos y las viudas.
Santos Obispos de Roma, rueguen por nosotros.

