Un viudo, Padre de familia, proveniente de la nobleza real más influyente, decide abrazar el sacerdocio.
La muerte de los suyos le hizo reaccionar: No serviré a más señores que mueren.
Conversión nacida de hacer los ejercicios de San Ignacio de Loyola y guiado por San Pedro Fabré.
El consejo de San Ignacio le acompañó: El mundo no tiene oídos para tal conversión.
La compañía de Jesús enseñó a este duque que luego fue sacerdote y doctor en teología a limpiar, servir mesas, ocuparse de las necesidades de los hermanos y a pedir perdón de rodillas cuando se equivocaba en el servicio a la comunidad.
Nombrado superior de los jesuitas extiende la obra de estos por Europa, en especial, en España, con colegios, casas religiosas y con su cercanía y colaboración con el Papa reformador San Pio V y el emperador Carlos V. Y fue gran promotor de importantes santos de su época.
Pero lo que más edifica de este santo es su humildad, su amor a Jesús Eucaristía y a la Virgen María, a quien dedica las últimas horas de su vida, gravemente enfermo, justo antes de morir, al visitar el Santuario de Loreto.
San Francisco de Borja… todos los santos jesuitas, rueguen por nosotros.