A tiempo difíciles, grandes seres humanos, mejores personas. Época de terremotos y erupción de volcanes, epidemias, invasiones y guerras, hambruna y la ignorancia de la fe constituyeron un panorama caótico en la Roma de finales del siglo VI de la era cristiana.
La Iglesia nos regaló en medio de tanta oscuridad a San Gregorio Magno, de familia profundamente católica, de conocedores en profundidad de las leyes de la época y de oficio senatorial.
Gregorio deja su vida de lujos y convierte su palacio en un monasterio de vida severa y de los más altos hábitos y disciplina espiritual.
Dona su fortuna para asistir a los más pobres.
Su afán por estudiar y dar a conocer las Sagradas Escrituras, cultivar en profundidad una espiritualidad mística que se traducía en la práctica más devota y prioritaria de la Liturgía Eucarística y los Sacramentos de la Iglesia, en especial, la oración por los difuntos y la extensión misionera de la Iglesia medieval en África, Francia, y en especial Inglaterra hacen del Papa San Gregorio Magno modelo de ciudadano, guía y pastor para nuestras almas y para todos los tiempos, en especial los más convulsos y dramáticos.
Roguemos al Señor para que envié pastores tan necesarios para los tiempos tan difíciles que vivimos.