Provenía de una familia cristiana noble. Experimentó una conversión radical. Entendía que el Evangelio y la práctica sacramental se vivían a cabalidad y no a medias tintas.
Crisóstomo o boca de oro por su elocuencia al predicar, fruto de una esmerada y profunda formación en lo académico, espiritual y escriturístico.
Sus homilías y cartas se cuentan por centenares. Sus catequesis a los recién bautizados en Pascua y sus exhortaciones a sus sacerdotes, de valor incalculable para todos los tiempos.
Pero su denuncia de la corruptela de los gobernantes y del boato de las clases dirigenciales le acarrearon amargura y un destierro que lo mató por lo severo e inhumano del mismo. Sin embargo, grande el Crisóstomo entre los grandes, y sus detractores y persecutores quedaron en el descredito y en el olvido.