A un hijo de San Francisco de Asís debemos el poder adentrarnos aún más en el Misterio de la Inmaculada Concepción de la Virgen María y su vínculo indisoluble con el Espíritu Santo, del cual la Madre de Nuestro Señor Jesucristo es su gran Mediadora.

Mártir a favor de judíos y cristianos, este teólogo, educador, periodista y defensor de los derechos humanos de todos ha roto, junto a otros importantes santos del siglo XX las barreras de las razas, ideologías, credos, culturas y violencia que solo logran aniquilar a los hijos de Dios como es el caso en la actualidad de Haití, Ucrania, Palestina, las calles y barriadas de Santo Domingo, la persecución de los inmigrantes, entre otras tantas atrocidades más que ocurren.

A María, Reina y Madre de todos los hombres, pedimos el milagro del poco de pan que San Maximiliano consagraba en su celda y partía con sus compañeros todos los puedan recibir.