Nos lo diste todo. Tus días, tus horas. Cada momento. Apenas vivías para ti. Nuestro Padre era tu principal amor. Le dedicaste tu alma y le servías con tanto agradecimiento. Se muy bien que el cansancio era inclemente contigo, pero no te dejabas doblegar.

Siempre Señora, siempre esposa y Madre. Tu respeto y moderación en todo tiene que ser por lo menos ahora la medida en todo lo que hagamos. Tus dos años de habernos dejado para irte con Papi y nuestra gente, allá arriba, me hacen entender esto que no comprendía.

Extraño tanto tu compañía y echar pulso para ver quién mandaba más de los dos. Al final, tenías la razón. Tu experiencia, sufrimientos y sacrificios de vida no se equivocaban.

Tenías razón en todo, y ahora que no estás es que me doy cuenta. Eso les pasa a los buenos maestros, tarde aprendemos de ellos, cuando ya están en la memoria. Te declaro Madre, mi mejor maestra. Te fuiste, y estaba ciego, no entendía que te ibas, mi mente no lo concenbía. Pero ocurrió ese miércoles de San José, y además el día de una grande escogiste para partir, de la mano de Santa Rosa de Lima. Una mujer y una creyente sin igual como tú. Hoy te celebramos en Sábado de la Virgen María, a quien tanto amabas. Tú Candelaría, Tú Altagracia. Cuando rezabas Madre decir con tanto respecto y de forma clásica, el Pan nuestro dánoslo hoy. Eso me impresionaba. Todos en la Iglesia ten admiraban por tu físico, presencia, clase, garbo, trato, resolución. Lo que tú no conseguías y solucionabas, nadie lo podía hacer.

Tú preocupación por tus padres, hermanos, tíos y sobrinos, y el respeto y atenciones a la familia de nuestro Padre, de la Esposa del Doctor Manuel Antonio García Sugrañes fueron totales. Te digo y lo sabes, que hace dos semanas no pude ir a ver al enfermo en la Clínica Abreu.

Antes de tu partida podía hacerlo porque era como visitar a mi papá. Pero solo pensar que vuelvo al lugar donde pasaste ese cáncer terrible, repentino, y falleciste sola sin nosotros en ese intensivo, todavía no lo puedo superar. Pensé y le pedí a Dios que volvieras a nuestra casa. Pero Cristo a quien sirvo en su Iglesia y he dedicado la vida que Papi y tú me dieron decidió.

Mi hermana no pudo bajar a la morgue a entregarte, yo sí, sin pensarlo y no quería que te fueras. ¿Por qué me diste esta reciedumbre tuya para los momentos críticos, aunque después me derrumbe cuando todo ha pasado tiempo después?

Ya han pasado dos años, y como me dijeron las viejas de ese nefasto lugar en qué tuve que servir por necesidad: Padre uno aprende a vivir con el dolor de la perdida.

Hemos seguido tus hijos y tus nietas adelante. En mi caso, estás presente a toda hora lugar y momento. He tomado decisiones que en vida me dijiste y yo de terco no lo hacía, sabes que era para llevarte la contraria.

Perdóname Madre porque no te dí lo mejor. No me enseñaron ustedes dos a hacerlo. Todo me lo daban a mí sin exigir nada a cambio, y sabes que debieron enseñarme a devolverles tanto bien.

Esto me lo recrimino con frecuencia.

Si el Cielo existe es porque estás allí. Eres la prueba a la razón humana de ello. Tú hija tiene tu fuerza tu coraje, tu gallardía, tu amor entregado del todo por la familia y a Dios.

Contamos con tu intercesión, como me dijo una persona: otro milagro que ha hecho tu madre después de partir. Gracias por reconciliarme con mi Padre y que estás orando allá y recibiendo a todos aquellos, quienes especialmente no fueron las mejores ni nobles personas en su paso por nuestras vidas, pero tú si sabes comprender y perdonar a todos.

A gritos quiero decir: soy el hijo de la Señora Isaura Candelaria Altagracia Salcedo de García.

La mejor esposa y Madre… Una creyente sin igual.

A continuación unas palabras de mi hermana, la Sra. Gloria García de Freites:

Tu amor y dedicación fue un regalo que atesoramos todos, sabiendo que hiciste lo que considerabas mejor con los recursos que tenias, con entrega y dedicación.

No sólo hoy sino siempre, te recordamos,en pequeños detalles, en los momentos, sabemos que hubieras disfrutado y querido estar,en las penas y alegrías….
En mi familia siempre estas en las conversaciones y cuando son fechas significativas diciendo y tratando de que sean » como yaya las hacia».

Tratamos honrarte siendo correctos y como siempre nos decías » viviendo» y tratando hacer cosas que nos gusten, como decías es lo único que uno se lleva.

Vives en cada uno de nosotros no hoy sino siempre y «sanando» nuestras vidas como toda madre desea para su decencia y no viviendo en dolor por tu partida sino siguiendo adelante en esta nueva etapa sin tu presencia física.

Tu recuerdo no es una fecha, sino memorias de amor siempre.