Están muy bien que las personas acaudaladas hagan ofrendas de sus ingresos honrados y justamente distribuidos entre sus trabajadores que les prestan arduo y extenso servicio.
Es tan llamativo que interactuamos y estamos más tiempo con las personas que trabajamos que con nuestros familiares y amistades. ¡Y no por propia voluntad!, sino para poder subsistir con lo básico y elemental que se hace cada vez más dificil de alcanzar a fin de mes.
Elogio e indulgencia de Nuestro Señor Jesucristo para esa viuda que en su persona e historia representa a la Iglesia. Ella dió para bien de otros y de los más pobres, incluso de lo que apenas tenía para sobrevivir.
¿Cuántas viudas así habrá en el Cielo? Muchas, muchas, muchísimas.
A ti Virgen María, Viuda de tu Castísimo Esposo San José… Santa Ana, viuda de Fanuel, profetiza en el Templo en la presentación del Divino Niño Jesús… A todas ustedes, Santas viudas, incluyendo a mi madre y tantas mujeres ejemplares pobres y humildes de fé… Pedimos por la Iglesia Católica para que sea pobre y generosa, orante en el templo y entregada en todas sus instancias al auxilio de los más necesitados.

