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Nunca debemos olvidar que la vocación divina del Bautista anunciada por el profeta Malaquías es reconciliar a padre con hijos. Luego el gesto de todo auténtico servidor de Dios y de la humanidad al señalar a Cristo como Cordero de Dios: desvinculó de su persona a todos sus discípulos, Andrés, Pedro, Juan y a los demás, para que fuesen en pos del seguimiento de Aquel a quien no era digno de desatarle las sandalias.

San Juan Bautista lo ha dicho: yo no soy la Luz… Él viene detrás de mí.

Bos sobrecoge y nos da envidia la hombría y el temple del Bautista haciéndole frente a los poderosos del mundo. Denunció de Herodes su violación de la ley más sagrada: el matrimonio. Cosa que los que banqueteaban lo sabían, pero se hacían complices.

Nefasta fue la suerte de Herodes, su nueva mujer y su hijastra, tal como ocurrió con Pilato y su mujer.

Hasta en la desgracia futura de sus verdugos, el hijo de los Santos Ancianos Zacarías e Isabel, antecedió a Jesús. Nacido para preparar el Camino del Salvador, cuya carne y sangre ahora comulgaremos, después de confesar la fé de la Iglesia.