Terminada la profundización que nos ofrece la Iglesia anualmente de nuestro bautismo, iniciamos con el mismo Evangelio de San Juan, con la multiplicación de los panes y peces y el discurso del Pan de Vida, la centralidad de la Eucaristía en nuestra vida.

El Apóstol San Felipe lleva la multitud hambrienta a Jesús.

Y es San Andrés Apóstol, el hermano mayor de San Pedro, quien lo llevó a Jesús, ahora es quien lleva a un muchacho con su ofrenda, figura del Sacerdote Ordenado que dedica su vida a celebrar el Sacrificio del Altar.

Una vez realizado el milagro de la Santa Misa, hace Cristo lo que toda persona de servicio debe hacer: Se retira porque no aceptaba que lo proclamasen rey.

Esta es la prueba de la Divinidad del Hijo Único de Dios.

San Atanasio de Alejandria, Obispo, Padre y Doctor de la Iglesia, ruega por nosotros.