En la Sinagoga de Cafarnaum se ha hecho el anuncio de lo ocurrido en la celebración de la Cena Pascual de acción de gracias: Jesús ha convertido el Pan y el Vino en su Cuerpo y su Sangre para alimentar a sus Discípulos para vida eterna.

Pequeños, pobres y sufridos son los invitados.

No así en las prácticas religiosas que carecen del sentido de la Comunión Eclesial.

Ahora en Cristo, la Mesa Santa es para todos.

Preocupación reina en la Iglesia porque todos comulguen.

Es alarmante el hecho de que en un Misas de mucha asistencia queden muchas Hostías sin consumir.

Jóvenes y adultos han de saber que comulgar es el Camino a la santificación, es decir, la búsqueda de la vida eterna.

Ya lo dijo San Juan Pablo II en Iglesia de Eucaristía: La acción conjunta e inseparable del Hijo y del Espíritu Santo, que está en el origen de la Iglesia, de su constitución y de su permanencia, continúa en la Eucaristía… se ruega a Dios Padre que envíe el Espíritu Santo sobre los fieles y sobre los dones, para que el cuerpo y la sangre de Cristo sirvan a todos los que participan… a la santificación de las almas y los cuerpos.

¡Aspiramos ni más ni menos a la vida eterna!