Lo inhumano es lo diabólico. Jesús siempre a favor de todas las personas. El Evangelio nos hace poner los pies en el suelo para no despegar el corazón de los valores y acciones del Reino de justicia, paz y solidaridad del mismo Dios.

El Espíritu de Dios siempre libera. Nuestra lucha es constante para nos atarnos a nada. Aprender de las experiencias vividas y seguir adelante. Nada ni nadie puede obstaculizar la misión que la Iglesia nos confía de expandir su Reino, que se purifica, se renueva y redimensiona cada día doquier se hagan las obras de misericordia, de bondad, de desarrollo humano social y solicitud por los sufridos.

El mal y sus secuaces la guerra al proyecto divino, pero solo pueden hacer estragos parciales.

La victoria es de nuestro Dios y de su Cristo, quien está esperando que muchos nos alistemos en su obra, no por momentos, no buscando intervenciones fantasiosas, menos pensar que está la plenitud en lo monetario y placentero.

¡Vamos a construir el Reino de Dios cuyo fundamento es un trozo de pan y un poco de vino compartido!