Dios nos quiere salvar en familia del diluvio universal. Por eso llamó a Noe con toda su familia.
A Lot con su esposa e hijas les mandó a huir de Sodoma sin mirar atrás. De sal se volvió una estatua la mujer de Lot porque añoraba y quiso volver a la ciudad de la injusticia, el desenfreno y la rebeldía contra la ley de Dios.
En Cristo Jesús, nuestro comer y beber es un partir y repartir el Pan del Cielo. Nuestra casa quiere ser imagen y semejanza de la Iglesia, familia de Dios por la fé, la esperanza y la caridad cristiana.
Nuestra vida la queremos dedicar y entregrarnos en servicio, como ofrenda agradable en el Altar de Dios de este mundo.
Asumimos que en este vida nada ni nadie son para siempre. Por más doloroso que sea, el desprendimiento y la separación son estados constitutivos de nuestra existencia.
La muerte y resurrección de Cristo nos libre de las garras de los buitres que quiere devorar nuestras familias divididas y distantes. No demos satisfacción a sus apetencias y ataques.

