San Pedro y San Pablo, al referirnos a ellos a la cabeza de los Apóstoles expresan siempre unidad, caridad, servicio y misión.
Cristo está presente en su Iglesia por la Eucaristía y los Sacramentos que recibimos en ella.
Ambos, las columnas de la Iglesia, han dado testimonio del seguimiento de Jesús con la dureza de vida evangélica que asumieron, las tensiones que enfrentaron por el bien de la Comunidad Eclesial y los sufrimientos que afrontaron por sus limitaciones humanas hasta llegar al Santo Martirio.
Por ello, y muchas cosas más podemos apoyarnos con seguridad en la Roca y poner nuestra confianza cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz en el anuncio del Evangelio de la muerte y resurrección del nacido de la Virgen María, nuestro Señor Jesucristo, hasta que vuelva.