CUATRO PIVOTES PARA ACTUALIZAR LA MISIÓN DE LA IGLESIA[1]

Por el P. Manuel Antonio Garcia Salcedo

En manos del sucesor del Papa Angelo Roncalli quedó la decisión de continuar la obra emprendida por aquel hombre llamado Juan XXIII (1958-1963), el Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965), obra monumental iniciada con el fin de aggionar. poner al día la misión de la Iglesia relanzamiento del mandato del Señor Resucitado a sus Apóstoles: 

Vayan al mundo entero, hagan discípulos a todos, enséñenles a cumplir lo que les he dicho, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el final de la historia. (Mt. 28, 18-19)[2].

La elección del nombre Pablo por parte del nuevo obispo de Roma[3], referida al apóstol de las naciones, indicaba que la Iglesia, sin abandonar la necesaria institucionalidad, tenía que acentuar su dimensión misionera.

Pablo VI acuña para sí la expresión ay de mi si no evangelizara, al señalar  los caminos por los que la Iglesia se comprende a sí misma, actúa y sale de si al encuentro del mundo al que tiende la mano.

Desde entonces, cuatro son los puntos que sirven de pivote a la misión de la Iglesia tras la clausura consensuada del concilio: (1) la persona y el magisterio de Pablo VI, (2) la exhortación apostólica post-sinodal Evangelli nuntiandi, cuya metodología y terminología sirvió de ruta al magisterio de Juan Pablo II. A esta lista se suma (3) La V Conferencia del Episcopado Latinoamericano (CELAM) celebrada en Aparecida, Brasil, confirmada por Benedicto XVI y (4) Evangelii Gaudium, del Papa Francisco. el documento evangelizador por excelencia hasta la fecha. Desarrollemos cada uno de estos puntos:

  1. PABLO VI (1963-1978)

Prudencia, espera, ponderación y toma de decisiones como cabeza visible de la Iglesia, son los elementos que llevaron al Papa Montini a ampliar los límites de la misión eclesial con un nuevo modelo de ejercicio del ministerio petrino-paulino del obispo de Roma.

Pablo VI asume el reto de peregrinar a Tierra Santa para celebrar el 6 de enero del 1064, la Epifanía del Señor, celebración precedida por el encuentro con el mundo musulmán, el mundo judío y con el mundo cristiano oriental, llamados anteriormente cristianos ortodoxos.

Un año toma la publicación de su encíclica de programática del nuevo Papa de servicio: Ecclesiam Suam[4] (ES), cuyos orígenes data de un dossier de apuntes del mismo Montini y del discurso de apertura de la segunda sesión del concilio del 29 de septiembre de 1963, de marcado carácter cristológico y eclesiológico, fruto de las lecturas constantes del Papa de autores como R. Guardini, J. Maritain, M. Chenu, I. Congar, H. De Lubac, y J. Danielou, entre muchos otros[5].

Publicada el 6 de agosto de 1964, fiesta de la transfiguración del Señor, aproximadamente un mes antes del inicio del tercer periodo conciliar, (14 de septiembre al 21 de noviembre de 1964), Ecclesiam Suam indica los tres amplios caminos que la Iglesia debe recorrer para realizar su misión:

  1. El camino espiritual o toma de conciencia de si misma.
  2.     El camino moral o renovación ascética, práctica y canónica
  3. El camino del anuncio apostólico desde el diálogo.

La Iglesia, que es la misma en todos los concilios, recibe de Pablo VI la preeminencia del anuncio de la vida de Jesucristo y su Iglesia expresado en círculos concéntricos como relacionalidad dialogal con toda la humanidad.

El llamado a la conversión eclesial o ad intra es requisito para la realización de la misión ad extrarealizada desde una actitud dialogante como sello de identidad y carácter irreversible de las relaciones de la Iglesia con el mundo.

El concilio propone pasar del movimiento centrípeto de la ES a un movimiento  centrifugo que dará forma a la Constitución Dogmática Lumen Gentium (LG)Del  eclesiocentrismo se pasa a una Eclesiología de comunión eucarística.

La comunidad de la Iglesia requiere de unos principios ecuménicos propuesto en la ES que encuentran su desarrollo posterior en el Decreto Conciliar Unitatis Redintegratio (UR).

No hay misión sin diálogo. La misión parte del diálogo con todos los hombres como una teología de los derechos y deberes del hombre o de la humanización[6], principio social de la Constitución Pastoral de la Iglesia en el Mundo, la Gaudium Spes (GS).

La perenne herencia de Pablo VI a la Iglesia fue su empeño en establecer relaciones intraeclesiales, intereclesiales e interreligiosas para enriquecer el intercambio teológicola experiencia de la liturgia y los sacramentos de la fe con el encuentro con la diversidad de culturas[7]. 

¿Donde comenzar, que contenidos tratar, quienes lo harán y a quienes va dirigida la misión de la Iglesia?

Habrá que esperar 10 años para que el mismo Pablo VI responda a estar preguntas que planteó el Sínodo de los Obispos del 1974.

  1. EVANGELII NUNTIANDI

En el decimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, transcurrido el año jubilar 1974-1975[8], convoca el Papa el Sínodo de los Obispos para reflexionar en el tema de la Evangelización del mundo de hoy. Ocasión propicia para que las propuestas de los padres sinodales, al no lograr estos un acuerdo unánime, Pablo VI escribe la primera síntesis post-sinodal llamada Evangelii Nuntiandi(EN).

El número 14 de la Evangelii Nuntiandi es la clave de lectura de todo el documento:

La Iglesia lo sabe. Ella tiene viva conciencia de que las palabras del Salvador: «Es preciso que anuncie también el reino de Dios en otras ciudades», se aplican con toda verdad a ella misma. Y por su parte ella añade de buen grado, siguiendo a San Pablo: «Porque, si evangelizo, no es para mí motivo de gloria, sino que se me impone como necesidad. ¡Ay de mí, si no evangelizara!». Con gran gozo y consuelo hemos escuchado Nos, al final de la Asamblea de octubre de 1974, estas palabras luminosas: «Nosotros queremos confirmar una vez más que la tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia»; una tarea y misión que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual hacen cada vez más urgentes. Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa.

La misión de la Iglesia tiene tres dimensiones[9]:

  1. Profética o Martiria (delgriego μαρτύριον)
  2. Sacerdotal o Leitourgía(λειτουργία)
  3. Real con dos aspectos:
  4. Pastoral como Solidaria Comunidad, Koinonia (κοινωνία)
  5. Servicio o Diakonia (διακονία).

El primer momento de la dimensión Martirial entendida como el ministerio de la Palabra que tiene tres modalidades:

1 Kerygma (κήρυγμα)

2 Catequesis o enseñanza doctrinal (κατηχισμός) y

3 Teología (θεολογία).

Tres modalidades permeadas transversalmente por la Homilía (ὁμιλεῖν) o actualización de la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia por parte de los pastores de la comunidad.

Fundamentalmente el anuncio cristiano consiste proclamación de la buena noticia de la salvación de Dios para todos (Jn. 3, 16-17), de manera personal[10]:

Dios te ama… Jesucristo murió por ti en la cruz para que recibas el perdón de los pecados… Resucito para que tu recibas una Nueva vida en el Espíritu Santo por los sacramentos…. integrate en la Iglesia, tu comunidad y familia espiritual[11].

El Kerygma Apostólico personaliza la experiencia de la fe y diluye la masificación y lo impersonal del proceso sacramental eclesiástico. Por ello, se requiere de una catequesis presacramental y de una formación post-sacramental permanente y progresiva de marcado cariz kerygmatico, de tal manera que  la Teología tenga un marcado acento kerygmatico[12].

La sociedad y el hombre postmoderno no responde a las abstracciones, al mensaje que no le interpele personal, familiar y socialmente. La Iglesia, experta en humanidad invita a todos al encuentro con Jesucristo vivo, un Espíritu Santo activo en los signos sacramentales y una Iglesia que reconoce su continua necesidad de reforma y renovación a la luz del Concilio Vaticano II, traduciéndose esta en un mayor compromiso de ayuda a los más necesitados hombres de toda raza, credo y cultura buscando la unidad tan anhelada y necesaria [13].

III. APARECIDA

Juan Pablo II continúa el camino misionero trazado por Pablo VI y el Concilio Vaticano II con sus repetidos viajes[14].

En Latinoamérica enfatiza el llamado a una nueva evangelización en método, expresión y ardor, en continuidad con el mensaje de los obispos reunidos en Río de Janeiro (1955), Medellín (1968)[15], Puebla (1979)[16], y Santo Domingo (1992)[17].

Aparecida en Brasil ha sido la última cita del CELAM, realizada del 13 al 31 de mayo del 2007. El documento conclusivo vincula la renovación de la actividad misionera de la Iglesia desde diálogo de la “la fe en Dios Amor”, expresión de Benedicto XVI en el discurso inaugural[18] en el proclama a Jesucristo “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn. 14,6) para que todos “tengan Vida y la tengan en abundancia” (Jn. 10,10).

  1. EVANGELII GAUDIUM

El 24 de noviembre de 2013, El Papa Francisco, al clausurar el Año de la Fe presentó, fruto del Sínodo de la Nueva Evangelización la Exhortación Apostólica Post-Sinodal Evangelii Gaudium (EG), documento magisterial de múltiples concordancias con la encíclica Ecclesiam Suam, resaltando los temas de la dignidad humana en el capítulo II,  del bien común en el capítulo III, dando orientaciones para la Iglesia sobre la evangelización como camino del diálogo.[19]

La exhortación finaliza con el tema del diálogo que alcance la libertad religiosa[20] y encomienda a María el relanzamiento de la nueva evangelización.

CONCLUSION

Sin lugar a dudas, que los cuatro puntos pivótales de la misión en la actualidad se sostienen y giran en torno al dialogo teológico propuesto por Pablo VI en la encíclica programática Ecclesiam Suam[21], indisolublemente relacionado con el mandato dado por Jesucristo a sus apóstoles hasta el final de los tiempos como indicaEvangelii Nuntiandi en el numero 14.

El diálogo, camino de la misión de los discípulos de Jesucristo, requiere según el V CELAM en Aparecida del encuentro entre todos los hombres para expresar el perdón mutuo por las ofensas infringidas y la reconciliación entre todos los sectores sociales que reclaman obras de caridad, misericordia y asistencia social como única manera en que la misión de la Iglesia resultara el signo creíble de Dios entre los hombres.

[1] P. Manuel Antonio Garcia Salcedo, Licenciado en Teología Histórica (UNAV), Master en Doctrina Social de la Iglesia (UPSAM), Master en Diálogo Ecuménico, Interreligoso y Cultural.

[2] Vide, Vicente, el Concilio Vaticano II, San Pablo, Madrid, 2013, 18-23.

[3] Ibid, 24-31

[4] Hebblethwaite, P., Paul VI: The first Modern Pope, Lodon:, 1995. 209-301; Sapienza, Leonardo, La Chiesa Il mio Chiodo Fisso, Nel 50 anniversario della pubblicaziones dell encíclica Ecclesiam suam, VIVEREIN, 2014

[5] ES es el compendio de los temas teológicos más importantes de su tiempo, en perfecta armonía con la más fiel Tradición de la Iglesia y las diversas corrientes de reflexión que claman por una vuelta a las fuentes mismas de la Iglesia primitiva. Pensada, compuesta, y escrita por él Papa mismo con la ayuda de un estrecho círculo de colaboradores, su secretario Pasquale Macchi, Monseñor Carlo Colombo, y Giuseppe Colombo, relacionados a sus años de arzobispo de Milán, a quienes confía el final de la redacción. Documento más extenso de inicio de un pontificado con 64 citas bíblicas en un rango de 14,784 palabras.

[6][6] Comby, jean, Para Comprender dos mil años de Evangelizacion,Estella, Navarra, 1994, 227.229

[7] Primer papa que visita los cinco continentes dando signos de aproximación al mundo de las religiones, especialmente al mundo oriental cristiano y al mundo anglicano, con gestos simbólicos de ayuda a los necesitados materialmente, con su afán de alcanzar el consenso entre las opiniones y posturas más disimiles, la búsqueda de encuentro con el mundo de la cultura y el llamado a la vida, al desarrollo y a la paz, sustentado por su profundo amor a Jesucristo eucaristía, a la Iglesia y a María como Signum Magnum y Madre de la Iglesia, hacen de G.B. Montini.

[8] El jubileo más concurrido en la historia de la Iglesia hasta el momento en número de peregrinos a Roma.

[9] Navarro Castellanos, Alfonso, Primer Anuncio: Evangelizacion, Amigo del Hogar, Santo domingo, 1976,  pp. 5-8: Garcia S., Manuel Antonio, Somos soy Iglesia, Santo domingo, SyJ, 51.55.

[10] El gran redescubrimiento en las Iglesias históricas ha sido desde la década de los 50s y 60s es el Kerygma apostolico, anuncio misionero

[11] Navarro Castellanos, Alfonso, Plan Diocesano de Mision y Pastoral Integral, Mexico, pp. 32-35.

[12] Grom, B, El Anuncio del Dios Cristiano, Salamanca, Koinonia, 1979, 25-52.

[13] EN 10.13.23.2431.

[14] Burkkle, Horts, La misión de la Iglesia, Valencia, EDICEP, 330.364.

[15] La promoción de la dignidad humanas con una opción preferencial por los pobres.

[16] Puebla insiste en el fruto de la misión evangelizadora la transformación social para que todos reciban:

  1. alimentación suficiente en calidad y cantidad
  2. trabajo justamente remunerado y digno
  3. vivienda apropiada y segura
  4. educación disponible elemental y especializada
  5. salud medica en emergencias, casos comunes y situaciones de extrema gravedad
  6. transportación asequible
  7. retiro o seguridad social para los años de vejez.
  8. seguridad ciudadana, ante la delincuencia, violencia e inseguridad en Latinoamérica.

[17] La evangelización de la cultura

[18] La misión de los discípulos de Jesucristo debe fomentar una cultura del amor en el matrimonio y en la familia, con los niños, jóvenes y adultos mayores, y promover el compromiso político de los laicos por una ciudadanía plena en la sociedad democrática, en la solidaridad con los pueblos indígenas y afrodescendientes,

[19] Por las constantes referencias al tema del diálogo social como contribución a la paz, tres con los campos del diálogo misionero EG 238-258:

  • Con los Estados: El Papa ofrece la colaboración de la Iglesia con las autoridades nacionales e internacionales por medio a un “pacto social y cultural, Ibid, 239.
  • Con las culturas y con las ciencias: el diálogo entre la fe, la razón y las ciencias
  • Con los creyentes que no forman parte de la Iglesia Católica: el diálogo ecuménico Ibid, 242-243, las relaciones con el Judaísmo 244-246, y el diálogo interreligioso Ibid, 247-249.

[20] Ibid, 255-258.

[21] García Salcedo, Manuel Antonio, Ruddy Adalberto Minaya, Luces, Azúcar para el Te, Cometa, Santo Domingo, 2011, 158-166