Por Walkiria Caamaño

Santo Domingo, Distrito Nacional.- En nuestro país estamos viviendo momentos de retos. De esos momentos que no sólo nos definen como sociedad, como clase política o clase empresarial, sino además y para mí mucho más neurálgico, nos definen como personas.

He escuchado a algunos relacionados emitir expresiones que se acercan a lo que podríamos llamar pensamientos de derrota o de renuncia; una renuncia no a la lucha, sino a la esperanza. Expresiones como: «Todos son iguales¨, ¨Ninguno Sirve¨,  ¨no hay nada que podamos hacer¨ ¨Queda esperar 10 ó 20 años más a ver si esto se arregla¨…» expresiones éstas, debo admitir, que me remueven por dentro.

Me resisto a creer que no hay nada que Me resisto a creer que todos son iguales.

Me resisto a creer que todo está perdido.
Me resisto a creer que no podemos ver lo bueno y positivo que tenemos como país.

Creo con firmeza que nuestra República Dominicana está llena de personas que luchan día a día por hacer las cosas bien, por  marcar la diferencia, me animo a creer que si nos unimos como país con un mismo objetivo de salir redimidos hacia adelante, nada podrá detenernos.

Creo que si nos unimos para usar los valores, no como herramienta para decapitar a aquel que tristemente quizás se ha equivocado, sino como fundamento para fortalecer a los que se mantienen fieles a los principios que por años nos han enmarcado como un pueblo de gente buena, luchadora, trabajadora y valiente, podremos avanzar como sociedad.

Me atrevo a creer que si nos unimos como padres, madres, comunidades, iglesias, empresarios, profesionales, estudiantes  y decidimos resaltar, fortalecer, formar y guiar a esos que caminan en pos de un liderazgo que puede re-encauzar lo que se ha desviado, podremos levantar la República Dominicana con la que todos soñamos y en la cual deseamos que crezcan, trabajen y se desarrollen nuestros hijos.

Creo que cada dominicano y dominicana, desde su lugar de incidencia, comenzando por el hogar, necesitamos reforzar el lenguaje constructivo, empoderador, de edificación, de esperanza, de superación y de crecimiento, debemos promover que somos capaces de sobrepasar las pruebas que hoy tocan a la puerta de nuestra sociedad.

Creo que es hora de asimilar que cada uno juega un rol en el acontecer actual que definirá todo un proceso histórico y generacional, del que queramos o no, hacemos parte.

También sé y he constatado que somos muchos los que nos resistimos a creer que no hay nada que hacer y que la indiferencia ya no es una opción… qué les parece, corremos la voz?

«DOMINICANO SI SE PUEDE»