Por el P. Manuel Antonio García Salcedo

  1. PADRE NUESTRO QUE ESTAS EN EL CIELO…

Meditación:

El Dios de la fe, esperanza y caridad (1 Cor. 13,  1-13)

La buena noticia del amor de Dios es el mensaje a comunicar para vivir la experiencia de la fe y la esperanza que brotan de la comunión del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo que requieren:

Ver en la belleza de la naturaleza las señales del Misterio, del amor y de la bondad de Dios (DA 494).

También la creación es manifestación del amor providente de Dios; nos ha sido entregada para que la cuidemos y la transformemos en fuente de vida digna para todos. (DA 125).

La creación de tu persona, con un propósito para tu existencia, se concretiza para tu presente en un plan de salvación en perfecta continuidad con el transcurrir de la historia de toda la humanidad hasta el fin de los tiempos:

Existes pura y simplemente por el amor de Dios que te creó, y por amor Dios te conserva en cada instante. La creación a su imagen y semejanza, eres un acontecimiento divino de vida, y su fuente es el amor fiel del Señor (DA388).

No solo se trata de finalidades, sino de entablar una relacionalidad que destierre de tu mente y corazón la imagen de un Dios inexistente, ausente o desenfadado de todo lo que te acontece.

La imagen errada de un Dios vengativo, sádico o tirano implica una no sana relación familiar y con los superiores en cada instancia social a la que se frecuenta.

La lejanía de los mandamientos de la ley de Dios, común para todo ser humano, acreciente lo salvaje, belicoso y sin sentido forjando en cada persona y grupo social la imagen de un Dios incomprensible que te ha dado una vida hueca con expectativas fuera de proporción, inviables.  

El estar acostumbrado a ser maltratado, el no saber comunicar afecto, el falso sentido de felicidad a partir del prestigio, las posesiones y el aparentar prosperidad son obstáculos al amor de Dios.

  1. LA FE EN DIOS AMOR

En la apertura de la V conferencia del episcopado latinoamericano y del Caribe, el Papa Emérito Benedicto XVI anuncia que la necesidad de la Fe en Cristo, nuestro único Maestro y Salvador, que nos ha revelado la experiencia única del amor infinito de Dios Padre a los hombres

Del kerygma eclesial se ha de pasar a la profundización del mismo desde una perspectiva mistagógica del bautismo que hace contacto con el amor misericordioso del Padre que nos ha sido revelado en Jesucristo Salvador que invita a entrar en su reino, consecución de la dignidad, la vocación, y el destino de la persona humana.

La liberación de todos los temores es posible. Las inquietudes interiores pueden encontrar respuesta. El abandono de la escucha de voces interiores y fantasmas que te han hecho creer que no eres nada, que no eres útil. Son solo mentiras que han acaparado tu mente. Tinieblas y nubes que han desaparecer ante la claridad y el horizonte que ha pintado Dios para ti.

No es posible huir del amor de Dios. Has sido diseñado para vivir por la fe en el hijo de Dios, Jesucristo, que te amo y se entrego por ti hasta la muerte, para vivir en ti (Galt. 2, 20). Mas allá del cielo, mas allá del mar, ahí te encontrara el obstinado amor de Dios.

Has fallado?. El te perdona. Has sucumbido?. El te levanta. Todo se ha terminado?. El te ofrece un nuevo comienzo. Nunca fallara. Morir por ti. Solo Jesucristo. Su amor es inmenso y perfecto. No es posible de comprender del todo, por eso la fe debe acompañar a la vivencia del amor de Dios en Cristo Jesús.

Se ha hace necesario pedirle al Señor que te libere de tus enemigos y que ponga a prueba tus acciones y pensamientos para corresponderle plenamente a su amor clemente y solidario:

Reconoce la presencia del misterio de Dios y de su amor en tu vida…que es lo único que verdaderamente salva y libera (DA 405).

Irrepetible e insustituible como valoraciones constitutivas de tu ser, se adicionan a partir de la  relacionalidad con el Padre de nuestro Jesucristo la fiel y firme expresión de su amor como lo declaran las Sagradas Escrituras a la luz de la Tradición y el Magisterio de la Iglesia en la narración teológica de Abraham (Gen. 17, 1-3), el pueblo liberado de la esclavitud de Egipto atravesando el desierto gracias a la guía de Mosies (Ex. 33), la confianza en la superación de la catástrofe de la destrucción de la nación elegida (Lam. 3, 1-5), la reconstrucción del pueblo de Dios en clave de alianza (Is. 43, 1-5), y el envío del Hijo de Dios para salvar al mundo (1 Jn. 4, 8-10: Jn. 3, 16-17. Rom. 5, 5b; Rom. 8, Galt 4, 4-6).

  1. JESUCRISTO EL VERBO ENCARNADO, “EL AMOR HASTA EL EXTREMO”.

La tradición paulina describe el amor de Dios en Jesucristo de una anchura, profundidad, y altura que no se podrá nunca abarcar (Ef. 3). No se agota. No conoce obstáculos ni limites porque ha llegado a su plenitud en la entrega de Jesucristo por cada uno de los hombres que Dios ha creado. Una entrega en el calvario por amor a ti y a mi. Una resurrección que confirma la alianza gratuita que ha hecho contigo y conmigo a cambio de tu corazón y existencia, sin merecerlo (Rom. 5, 8-10).

Cristo que nos revela que “Dios es amor y vive en sí mismo un misterio personal de amor (DA 115).

Jesús es el Hijo de Dios, la Palabra hecha carne (cf. Jn 1, 14), verdadero Dios y verdadero hombre, prueba del amor de Dios a los hombres (DA102).

El amor que tiene su fuente en Jesucristo (DA 459). Su mirada (136) es expresión del amor humano y divino. Es un amor apasionado (491).

El Papa Emérito Benedicto XVI declaro en Aparecida que el Dios amor es la realidad fundante, no un Dios sólo pensado o hipotético, sino el Dios de rostro humano; es el Dios-con-nosotros, el Dios del amor hasta la cruz.

Proclamar que el mal y la muerte no tienen la última palabra, que el amor es más fuerte, que hemos sido liberados y salvados por la victoria pascual del Señor de la historia (DA 548).

Amor de misericordia para con todos los que ven vulnerada su vida en cualquiera de sus dimensiones, como bien nos muestra el Señor en todos sus gestos de misericordia (DA 384).

El bautismo hace dignos de este amor a aquellos que merecían total reprobación:

Dios porque, siendo nosotros pecadores, nos mostró su amor reconciliándonos consigo por la muerte de su Hijo en la cruz. Lo alabamos porque ahora continúa derramando su amor en nosotros por el Espíritu Santo y alimentándonos con la Eucaristía, pan de vida (cf. Jn 6, 35). (DA 106).

La plegaria de Reconciliación I recapitula esta prueba de amor eucarístico:

Te pedimos que mires los dones de tu pueblo, y derrames sobre ellos la fuerza de tu Espíritu para que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de tu amado Hijo, Jesucristo, en quien nosotros también somos hijos tuyos.

Aunque en otro tiempo estábamos perdidos
y éramos incapaces de acercarnos a ti,
nos amaste hasta el extremo:
tu Hijo, que es el único Justo,
se entregó a sí mismo a la muerte,
aceptando ser clavado en la cruz por nosotros.
 
Pero antes de que sus brazos,
extendidos entre el cielo y la tierra
trazasen el signo indeleble de tu alianza,
él mismo quiso celebrar la Pascua con sus discípulos.

III. LA ESPERANZA NO DEFRAUDA POR EL ESPÍRITU SANTO.

Solo El conoce tu ser. Escruta tu corazón permanentemente. Fuiste formado en el vientre de tu madre por El. Ninguno de las partes de tu cuerpo escapo a su mirada. Las obras del Señor son maravillosas. Perdona tus ofensas, cura tus enfermedades y te quiere colmar de su amor expresado en los hermanos y familia suya que es la Iglesia (Salmo 103).

Es tal el amor de Dios, que hace del hombre, peregrino en este mundo, su morada: “Vendremos a él y viviremos en él” (Jn 14, 23) (DA 109).

Siempre ha estado y estará a tu lado para guardarte del peligro y guiarte por caminos de vida el Espíritu Santo para darte Esperanza. Siempre escruta tu corazón. Te corrige como padre amoroso porque reprende a quien ama (Heb. ) por tu bien. Ningún daño físico podrá separarte de su vista. Tu nombre, tu estado de vida, tu historia y camino recorrido puede transformarse en bendición para ti y para los demás con la dirección que Dios quiere darle a tu existencia.

Dios en su misterio más íntimo no es una soledad, sino una familia, comunión de amor de las tres Personas divinas. (DA 434).

En la familia de Nazaret, Jesús, José y María, se han hecho realidad la vivencia de la fe, la esperanza y el amor gracias al vínculo que entre ellos ha establecido el Espíritu Santo. El bautismo te integra en la familia de Dios. María comunica la maternidad de Dios que cubre con su manto nuestra necesidad y José es el custodio de nuestro ser en la búsqueda del rostro paternal de Dios y el cobijo bajo su sombra.

El inicio de la nueva y plena familia humana es la conformación de una sociedad según la voluntad de Dios. En cada momento de su accionar el Espíritu Santo animo su vida oculta y fructífera en vistas a la misión del Hijo de Dios y  su entrega pascual:

Una evangelización que pone la Redención en el centro, nacida de un amor crucificado, es capaz de purificar las estructuras de la sociedad violenta y generar nuevas. La radicalidad de la violencia sólo se resuelve con la radicalidad del amor redentor. Evangelizar sobre el amor de plena donación, como solución al conflicto, debe ser el eje cultural “radical” de una nueva sociedad (DA 543).

Declara con fe que eres una obra maestra del gran artista, escultor y Padre que es Dios. El Salmo 138 (137) confirma lo que la caridad declara. Cerca esta de ti, el Señor, tu Dios que te anima en la esperanza.

La meditación detenida de la descripción de la experiencia de la fe, el amor y esperanza en Dios comunidad y Dios familia es el primer paso en la renovación del bautismo.