Un Católico del Vaticano II Descubre el Sentido Primero de la Misa como Sacrificio: Primera Entrega.

Por el P. Manuel Antonio García Salcedo

La Misa es el ofrecimiento sin sangre (incruento) de Cristo. Si se trata de un verdadero sacrificio, pero no una repetición del mismo, porque Cristo se sacrificó de una vez y para siempre.

En la Iglesia existió por mil quinientos años  una sola doctrina sobre la Eucaristía. El desacuerdo sobre el sacrificio de la Misa vino tras el movimiento reformador protestante.

La doctrina de Cristo ofrenda como sacrificio y la ofrenda al mismo tiempo llamada Misa se había enseñado desde ante de dicho movimiento con mucha anterioridad.

El Antiguo Testamento aborda el tema del sacrificio desde la costumbre ancestral del ofrecimiento de las primicias, tanto personas para el ofrecimiento del ser, así como dones de animales y alimentos que eran frutos del quehacer:

Primero: Los hijos de Adán no llegan a un acuerdo pacífico al respecto al costo de la vida de Abel.

Luego: Abraham logra entender que los sacrificios humanos no alcanzan la plenitud de un ambiente familiar conforme a la misma naturaleza humana.

Pero es Melquisedec de Salem o lugar de la paz, figura de Cristo sacerdote quien logra el sacrificio perfecto entregando a Abraham pan y vino a cambio de las primicias del trabajar la tierra.

Hemos recreado esta premisa fundamental tomada de la plegaria eucarística I o el Canon Romano, la más antigua de nuestra liturgia, rezada en cada eucaristía previa al Concilio Vaticano II.

Se ha de recalcar que la base de todo este interactuar antropológico teológico parte de la alianza, pacto o compromiso entre dos partes que siempre habrán de requerir un intermediario o administrado, es decir un sacerdote.

Partimos del éxodo 24,8: Moisés tomó la sangre y la roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre de la alianza que el Señor ha hecho con vosotros, según todas estas palabras, desde la perspectiva universalista de Malaquías 1,11: un sacrificio sin mancha, desde donde sale el sol hasta el ocaso. Sentido Pneumatológico que asumen la plegaria eucarística III tan propia del post-concilio ecuménico.

San Pablo, como celebramos en cada Jueves Santo y Corpus Christi, elabora desde las ipssisima Verba de Cristo que nos transmite en 1Co 11,23-27 la doctrina de la Eucaristía que siempre refiere a la comunidad que vive la liturgia como algo más que un simple recuerdo, con los responsables que el mismo nombra: los obispos.

La Misa, actualización de la pasión de Cristo en el altar de la cruz por el Obispo, auxiliando al pueblo por medio de sus diaconos o servidores unifica a la familia del Señor según la enseñanza del Padre Apostólico de inicios del siglo II, San Ignacio de Antioquia.

La presencia real de Cristo en la Eucaristía con su Cuerpo y Sangre a partir de las palabras de la institución pronunciadas en la última cena tiene el carácter sacrifical.

El desconocimiento de la experiencia del misterio del comer el Cordero inmaculado de modo real que constituye el milagro del Sacramento ha de ser superado.

La lectura en esta clave de todas las Sagradas Escrituras a la luz de la tradición y el magisterio eclesiástico eucarístico nos dispondrá en la perspectiva del sacrificio incruento del altar de Dios.

Eso pretendemos en las siguientes entregas….