El cantante Raphael, un rostro habitual de la navidad gracias a sus especiales de Nochebuena. En realidad, un rostro habitual de cualquier época. JUANJO MOLINA

El artista no estará esta noche como de costumbre con un especial en las pantallas, pero sí en un dueto con Ana Torroja y, además, en forma de ‘playlist’, pues ha seleccionado sus villancicos favoritos para una popular plataforma de ‘streaming’

Raphael (Linares, Jaen, 78 años) pide que se le traté de “tú”, pese a que el libro de estilo de esta publicación dicta que las entrevistas se hacen de usted y así lo haremos. “Es que me conoces de toda la vida”, aclara, aunque nunca nos hayamos visto antes. Pero es cierto: lo conocemos, Raphael siempre ha estado ahí. Es uno de esos pocos iconos absolutamente transversales que tiene España: es popular en todos los rangos de edad, pueden tararear los estribillos de sus mayores éxitos centennials, abuelos y boomers y se le puede escuchar con fervor, con ternura, con ironía y casi con cualquier tipo de sentimiento que sepa describir la RAE. Sus canciones más conocidas tienen tanto subtexto y tantas posibilidades (de Mi gran noche Digan lo que digan, de Escándalo a Yo soy aquel) que uno puede entonarlos para referirse a la situación política, a un desamor, a un desquite personal o a una confesión desgarrada. Y si quedara aún alguien por descubrirle, la serie documental de cuatro episodios Raphaelísimo, que Movistar+ estrenará el 13 de enero promete solucionarlo.

Este año Raphael sigue en su cruzada para llevar esa transversalidad más allá metiendo el pie en la música en streaming (que tampoco le es tan ajena: en una popular plataforma, Mi gran noche supera las 50 millones de escuchas, en YouTube, 45 millones de visionados). La que él ha elegido es Apple Music y su labor consiste en una playlist que llega justo a tiempo para estas fechas: una selección de sus villancicos favoritos, que abarca desde clásicos contemporáneos como All I want for christmas is you de Mariah Carey o Un año más de Mecano a clásicos como Happy Xmas (War is over) de John Lennon y Yoko Ono, la rendición de Silent Night de Sinatra o algunos de su repertorio, como El tamborilero, porque Raphael nunca ha ocultado cierta vanidad. De hecho, es parte de su encanto.

¿Qué elemento debe tener un villancico para ser perfecto? Podría haber hecho mil listas, en realidad. Pero hay dos cosas imprescindibles que debe tener. El primero es gancho popular. Los villancicos maravillosos, con mucha clase, que son los mejores, como Noche de paz El tamborilero, tienen menos salida en países latinos, donde es más popular, por ejemplo, Los peces en el río. Tiene una letra popular, fácil y sencilla, que entienden bien los niños. Tienen que tener encanto, ser gracioso.

El clásico El tamborilero, aparte de usted, lo han versionado artistas de todos los tiempos. ¿Tiene alguna favorita? Sí, la de Joan Baez. Me gusta que la cante de una manera más clásica.

Usted ha sido una figura fija en las nochebuenas de España desde hace muchos años con sus especiales. ¿Qué consejo daría a los artistas que se enfrentan a esa tarea en su lugar? Que tengan mucha paciencia (risas). Es complicado, es complicado… Tiene que pensar en la audiencia que va a tener: ¿Qué clase de público te va a ver? Ponte a su altura y háblales de tú a tú, sin palabras rebuscadas, y canta igual, de forma sencilla y sin rebuscamientos. De forma sencilla y normal.

El cantante Raphael cuenta en su repertorio con una de las más célebres reinterpretaciones de 'El tamborilero'. Su versión favorita de otro artista, segun cuenta a ICON, es la de Joan Baez.
El cantante Raphael cuenta en su repertorio con una de las más célebres reinterpretaciones de ‘El tamborilero’. Su versión favorita de otro artista, segun cuenta a ICON, es la de Joan Baez. JUANJO MOLINA.

¿Le gusta a usted la Navidad? Me gusta, sí, siempre y cuando haya niños. Yo he tenido mucha suerte porque mis hijos crecieron, pero han tenido sus propios hijos y sigue habiendo niños, ocho, que siguen disfrutando de la Navidad.

¿Cuál es su mejor recuerdo de estas fechas? Creo que mis mejores recuerdos de estas fechas son de cuando vivían mis padres y estábamos todos, al principio. Después, una vez casado, empiezas otra vida. Hasta que mis hijos tuvieron una edad, seis o siete años, no volví a disfrutar de la Navidad.

¿Y el peor? No tengo ningún mal recuerdo. Lo que ocurre es que la Navidad no siempre me ha pillado en España, pero eso sí, siempre lo hemos celebrado en familia allá donde estuviéramos. Si estábamos en Estados Unidos, pues en Estados Unidos. Si estábamos en México, pues en México. Y lo celebrábamos a la manera española.

¿Cuál es el lugar más remoto donde lo han celebrado? Yo creo que la Navidad más extraña para nosotros, o al menos más diferente, ha sido en Rusia. Eso sí, el ruso es una persona muy romántica, se parece mucho al latino, en realidad.

Si no me equivoco, de hecho, tiene usted muchos fans en Rusia. ¡Más que en ningún lado!

¿Cómo sucedió? Porque mis películas se han proyectado allí y en aquellos tiempos se doblaban del español al ruso, excepto las canciones. La primera fue Digan lo que digan, un tremendo éxito. Y la gente empezó a aprender español para entender las canciones. Uno de los premios más bonitos que tengo es de la Universidad de Moscú. Hoy, si vas a Rusia, hay en negocios como hoteles o museos intérpretes que hablan español de aquella generación, de unos cuarenta años, de cuando mis películas se proyectaron allí por primera vez.

¿Qué regalo recuerda que le emocionó recibir de niño? Pues seguro que, de niño, caro nada. Tal vez una flauta, siempre cosas musicales. En mi casa de niño no había lugar para ningún tipo de lujo.

¿Y qué regalo le emocionó entregar de adulto? Todo los regalos que he entregado a mis hijos o a mi mujer me han emocionado. A veces el regalo no es lo que vale. Uno no mira cuanto habrá costado. Basta con que se hayan acordado de ti.

Ha actuado con todo tipo de artistas en sus galas navideñas, ¿pero qué artista que nunca estuvo le hubiese hecho ilusión incluir en ellas? Me hubiera encantado, pero era totalmente imposible, actuar con Elvis. Ya cuando yo lo vi, en Las Vegas, estaba malo. Y a los pocos meses murió. Ese es el imposible, pero todos los demás los he ido cumpliendo.

¿Tuvo oportunidad de conocerlo? No, solo desde el escenario.

¿Y a qué otras figuras que usted admire ha tenido oportunidad de conocer? A mucha gente… A Edith PiafTom JonesFrank SinatraPaul Anka

¿Ninguno fue antipático? Algunos alertan con aquello de “no conozcas a tus ídolos…”. No. Ningún gran personaje del mundo del espectáculo suele ser antipático. Y además son muy allegados, enseguida se ponen en tu sitio y, al saber que tú también eres artista, ya entran en el negocio de preguntar y a ti cómo te va, qué estás haciendo ahora, “yo te vi en tal sitio”… Recuerdo que en Toronto, Tony Bennett me vio y me dijo: “¡No me puedo creer quien eres!”. Yo era la primera vez que le veía, hacíamos un programa de televisión juntos, y estábamos los dos encantados por conocernos mutuamente.

¿Qué consejo daría a los españoles para tener una cena pacífica esta navidad con sus familias? ¡No hablen de política, por favor!

Pero eso es muy difícil ahora mismo, todo es política. ¡Pues que hablen de vacunas!

Peor me lo pone. Es lo único que nos va a unir, la vacuna. Mira, mejor que hablen de fútbol.

¿Se dan estas conversaciones de opiniones enfrentadas en sus cenas? Nosotros tratamos de hablar de nosotros, de la familia, de cómo nos va, de qué buen año hemos tenido, vemos mi programa de Navidad…

¿Ve su propio programa de Navidad? Yo tengo que verme a mí mismo para ver las cosas que no están bien. Cuando lo estás haciendo no te das cuenta y como no da tiempo, porque siempre vamos con la hora pegada… Así que en casa lo ves y ves las cosas que no has hecho bien, las que no tan bien, las que quitarías pero ya no puedes y las que añadirías, que tampoco puedes ya.

¿Qué ha hecho usted para ser capaz de caer bien, casi de forma unánime, a todos los españoles? ¿Tú crees? ¡Qué gran regalo de Navidad saber eso! Creo que nadie me puede considerar antipático porque no lo soy… Es muy difícil caer bien a todo el mundo.

Fuente: elpais.com.do