"Algunos niños pierden o rompen a propósito sus celulares para acabar con los mensajes que los angustian". (Ilustración de Katie Horwich).

Cuando el doctor Rangan Chatterjee, de Reino Unido, recibió por primera vez a un chico de 16 años que se había autolesionado y había acabado en urgencias, lo primero que pensó fue en darle antidepresivos.

«Pero hablé con él y me pareció que su uso de las redes sociales estaba teniendo un impacto negativo en su salud».

Así que en lugar de medicarlo le propuso una solución simple: debía intentar desengancharse de las redes sociales.

Al principio eliminando su uso una hora antes de acostarse y, con el paso de varias semanas, aumentándolo a dos horas por la mañana y dos horas antes de irse a dormir.

«Después de seis meses dijo que se sentía significativamente mejor y recibí una carta de su madre que decía que estaba más contento en el colegio y más integrado en la comunidad».

Ese y otros casos similares han llevado a Chatterjee a cuestionar el papel que las redes sociales juegan en las vidas de los niños y de los jóvenes. Y no es el único.

Ilustración de una persona sacándose un selfie con lobos en el fondo. Ilustración de Katie Horwich.
La mitad de los niños de Reino Unido de 11 y 12 años tenían un perfil en alguna red social que exige una edad mínima de 13 años. (Ilustración de Katie Horwich).

Un «vínculo intrínseco» con la salud mental

Hace unas semanas un centenar de expertos en bienestar infantil de Estados Unidos le pidieron a Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, que cerrara Messenger Kids, una aplicación desarrollada específicamente para niños de 6 a 13 años, argumentando que es una plataforma irresponsable.

Un estudio de 2017 de la Royal Society of Public Health de Reino Unido, con 1.500 jóvenes de 11 a 25 años, concluyó que Snapchat e Instagram eran las redes sociales que con mayor probabilidad inspiraban sentimientos de ansiedad y de ser inadecuado.

Siete de cada diez dijeron que Instagram les hacía sentirse peor sobre su imagen corporal, la mitad dijo que Instagram y Facebook exacerbaban su ansiedad y dos tercios que Facebook empeoraba el ciberacoso.

Shirley Cramer, que lideró el estudio, concluyó que las redes sociales ahora están «intrínsecamente vinculadas a la salud mental«.

«Se han convertido en el espacio en el que formamos y construimos relaciones, nos expresamos y aprendemos del mundo que nos rodea».

Aunque Facebook, Twitter e Instagram oficialmente prohíben cuentas de menores de 13 años, en la práctica no pueden verificar la edad de sus usuarios, y ese es uno de los problemas que las autoridades británicas de la salud le han planteado a las redes sociales.

Según un estudio de 2017 de la entidad británica que regula los medios de comunicación, la mitad de los niños del país de 11 y 12 años tenían un perfil en alguna de esas redes sociales.

Ilustración de un lobo saliendo de la pantalla de una computadora. Ilustración de Katie Horwich.
«En las últimas dos semanas he visto a dos niños que pidieron más citas por culpa del ciberacoso». (Ilustración de Katie Horwich).

«Algunos niños pierden o rompen a propósito sus celulares»

La psiquiatra Louise Theodosiou ha notado un aumento de los casos en los que las redes sociales son un factor que contribuye a la depresión, ansiedad y otros problemas mentales en menores.

Los problemas son variados y complejos: van desde la adicción a las plataformas de juego y a las redes sociales hasta el ciberacoso, pasando por la incidencia de sentimientos de ser inadecuado, causados por el bombardeo constante de imágenes de las vidas de otras personas.

«En las últimas dos semanas he visto a dos niños que pidieron más citas por culpa del ciberacoso», le dijo la psiquiatra a la BBC, «algunos niños pierden o rompen a propósito sus celulares para acabar con los mensajes que los angustian».

Según Theodosiou, el ciberacoso puede tener un efecto más intenso que el acoso en el patio escolar.

«Cualquier acoso fuera de internet está limitado a un ambiente concreto, pero en la computadora, en casa, es como si fueras acosado en tu propia habitación«.

Otro de los grupos de menores que más le preocupan, aunque «afortunadamente» los casos son «raros», es el de los niños que dejan de salir por su adicción a las redes sociales, a las plataformas de juego o a ambas.

Ilustración de una clase con compañeros lobos. Ilustración de Katie Horwich.
«Creen que sus amigos tienen vidas mejores que las suyas, aunque solo vean una versión idealizada de las vidas de los otros». (Ilustración de Katie Horwich).

Estos niños con frecuencia se niegan a salir para ir a las citas con el psiquiatra, así que los distintos profesionales de la salud tienen que hacerles visitas en casa para lidiar con el problema.

Puede tomar meses convencerlos de que salgan de la habitación.

«Estos chicos viven en un mundo de ficción, a veces para detrimento de su salud física. Pueden tener un problema físico, como un dolor de muelas, pero aún así no quieren dejar sus mundos virtuales», dijo Theodosiou.

Según la experta, incluso para los niños cuyo uso de las redes sociales se considera normal, hay peligro en la manera en que internet se ha convertido en un canal para acceder a las vidas de los otros, incluidas las celebridades.

«Los jóvenes tienen la necesidad de mirar compulsivamente a los otros y se disgustan porque sienten que sus vidas no son así», comentó la psiquiatra, «mi impresión es que creen que sus amigos tienen vidas mejores que las suyas, aunque solo vean una versión idealizada de las vidas de los otros».


¿Qué pueden hacer los padres?

La psiquiatra ha visto también lo difícil que esta experiencia puede ser para los padres. Ha oído el caso de algunos que duermen con el router para asegurarse de que sus niños no se conecten a la red inalámbrica en medio de la noche.

Estas son algunas recomendaciones que expertos y padres han compartido:

  • Supervisa cuánto tiempo se pasan los niños en internet y asegúrate de que no interfiere con actividades como socializar, comer, dormir o hacer ejercicio.
  • Considera prohibir los aparatos electrónicos durante las comidas y una hora antes de dormir.
  • Habla regularmente con los niños sobre lo que hacen en internet, qué compartieron hoy, de quién se hicieron amigos y cómo les afecta a su estado de ánimo.
  • Recuerda que Facebook, Twitter e Instagram son para mayores de 13 años. Con los niños más pequeños considera tener acceso regular a sus contraseñas para supervisar contenido.
  • Anima a los niños a utilizar internet con fines creativos: para ayudar con los deberes o para crear su propio contenido.

Fuente: Jane Wakefield (BBC Mundo)