Un Jesús enérgico, incluso molesto con la situación que se encuentra al llegar a la casa de la niña fallecida, y actúa conforme a su incomodidad con aquel entorno.
Nada de complacencias con ese ambiente turbio y desnaturalizado.
La cultura de su tiempo negaba la ayuda a los que estaban en desgracia y por tanto, no había cabida a la fé en la resurrección de los muertos.
A los mensajeros de la mala noticia les expulsa para que la verdadera gracia Sacramentaltenga cabida en la familia del Jefe de los Judíos de la Antigua Alianzaa que da el paso de un ritualismo monolítico, a convertirse en una Comunidad Eucarística.
Está es la Confesión de la fe en la Vida Eterna en Cristo Jesús.
Bien lo supo la anciana que tuvo durante doce años todo tipo de sufrimientos físicos, sometida al abandono y al atropello moral de una sociedad tan indolente y ajena a la caridad humana que descarta a sus hijos desfavorecidos.
Lo único que la hemorroiza poseía era su Fe en el Hijo de Dios, en la comunión con su Energía Divina y Humana comunicada en la Eucaristía y los Sacramentos de la Iglesia, es decir, ella solo quería tocarle el borde de su manto con sus débiles manos.
¡Hágase conforme a tu Fe!… Ha de ser esta nuestra motivación, fuerza e impulso diario, la disposición que nos comunica la Comunidad que se reune diariamente para comulgar en cada Santa Misa.
Maria, Salud de los Enfermos, ruega por nosotros.