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¿Te gusta lo que haces? No me refiero al sentido más amplio de si estás en la profesión correcta. Estoy hablando de las tareas que haces día con día en tu empleo: si consideraras cada una de ellas, ¿podrías decir cuáles te causan una verdadera felicidad? ¿Y si piensas en las que odias hacer?

Es una pregunta extraña. Muchas veces no nos sentamos a preguntarnos si los componentes pequeños de nuestro trabajo en realidad nos hacen felices.

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Pero tal vez deberíamos hacerlo. Tan solo en Estados Unidos, una tercera parte de los trabajadores dicen que no se sienten muy comprometidos con su trabajo. Las razones varían mucho y todos tenemos una relación única con nuestro empleo. Pero hay pequeñas maneras para mejorar cualquier trabajo, y esas mejoras paulatinas pueden llegar a aumentar en gran medida la satisfacción laboral.

Por ejemplo, un estudio de la Clínica Mayo encontró que los médicos que pasan alrededor del 20 por ciento de su tiempo haciendo un trabajo que “les parece muy significativo tienen un riesgo drásticamente menor de sentir agotamiento”. Lo fascinante es esto: todo lo que vaya más allá de este 20 por ciento tiene un impacto marginal, pues “pasar un 50 por ciento de tu tiempo en lo que se considera más significativo está relacionado con niveles similares de agotamiento que con el 20 por ciento”.

En otras palabras: no necesitas cambiar todo sobre tu trabajo para ver beneficios sustanciales. Unos pequeños cambios pueden ser todo lo que necesites.

“Al ver a la gente que prospera en su empleo queda claro que esas personas no se toparon con esos trabajos: los crearon”, dijo Ashley Goodall, vicepresidenta sénior de liderazgo e inteligencia de equipo en Cisco y coautora del libro Nine Lies About Work (Nueve mentiras sobre nuestros empleos).

“En todos los discursos de graduación nos dicen que si encuentras un empleo que te encanta nunca vas a sentir como que estás trabajando. Pero decirlo así no es idóneo”, comentó Goodall. En vez, añadió que la gente exitosa que ama lo que hace “labora en el trabajo que tenía desde un principio y con el tiempo transforma el contenido de lo que implica ese empleo”.

Sin duda, no es fácil transformar tu trabajo. Pero por algo hay que empezar y hay un truco maravillosamente simple pero sorprendentemente revelador que te puede ayudar con eso.

Durante una semana entera, lleva contigo un cuaderno. Traza una línea en medio de una página y en una columna escribe “Amo” y en la otra “Odio”. Cuando realices una tarea, sé consciente de cómo te hace sentir. ¿Te emociona?, ¿tienes ganas de realizarla?, ¿el tiempo vuela mientras la realizas?, ¿o la postergas, sufres cada momento mientras la realizas y te sientes agotado para cuando acabas?

Parece tonto, lo sé. Pero este ejercicio —que Goodall postula en su libro, junto con el coautor Marcus Buckingham, y que ambos practican en sus vidas diarias— puede mostrarte las claves ocultas y sutilezas sobre tu trabajo.

“Es una manera hermosamente sencilla de hacer un inventario de tus reacciones emotivas ante la realidad de tu día o semana laboral”, afirmó Buckingham. “Entiende qué es lo que te emociona. Entiende qué es lo que más te atrae. Entiende en qué área eres una persona más energética, creativa, vivaz y entonces ofrécete para realizar eso cada vez más y más”, añadió.

Desde luego que esto es solo un punto de partida. No vas a estar mágicamente más feliz en el trabajo una vez que tienes una lista de cosas que te disgustan de él. Pero este ejercicio es un primer paso para concentrar tu tiempo y energía en las cosas que te emocionan. En lugar de intentar ser mejor en las cosas que odias hacer y para las que sabes que no eres bueno, reformula el asunto e intenta hacer más cosas que te energicen y en las que destacas. Nadie te puede decir cuáles son esas cosas, pero descubrirlas puede ser transformador.

“Si no sabes cómo eres cuando amas tu trabajo, nadie lo puede hacer por ti”, aclaró Buckingham. “Esto es algo que siempre ha estado en tus manos y no puede estar en las de nadie más”.