SAN JUAN ES LA CAPITAL Y MAYOR CIUDAD DE PUERTO RICO. LA CIUDAD AMURALLADA, COMO TAMBIÉN SE DENOMINA A SAN JUAN, ESTÁ UBICADA EN LA COSTA NORTE DE LA ISLA SOBRE EL OCÉANO ATLÁNTICO, LIMITA AL SUR CON AGUSA BUENA Y CAGUAS, AL OESTE CON GUAYMAMBO Y AL ESTE CON CAROLINA Y TRUJILLO Y ES EL PUERTO PRINCIPAL DEL PAÍS, SIENDO SU SUPERFICIE PRÁCTICAMENTE LLANA.

Es la ciudad más importante de Puerto Rico desde el punto de vista económico e industrial y su área metropolitana concentra la mayor parte de la actividad económica de la isla. Por ello, San Juan, es la segunda ciudad latinoamericana con mayor renta per cápita detrás de Brasilia (25. 451 dólares, en 2012).

San Juan disfruta de una temperatura media anual de 28 ºC; con temperaturas en torno a los 32-34º C, en verano y de 18-19º, durante el invierno. La lluvia se distribuye de forma bastante regular durante todo el año, aunque los meses más secos son los de febrero, marzo y abril. El sistema hidrográfico de este municipio lo componen los ríos Puerto Nuevo y Piedras, además de las lagunas de Condado y San José y el embalse las Curias.

Actualmente la ciudad de San Juan cuenta con unos 437.745 habitantes distribuídos en unos 206 Km2, siendo su densidad de 2.120 Habt/Km2.

FUNDACIÓN Y ÉPOCA COLONIAL DE SAN JUAN.

En 1493, en su segundo viaje a América, Cristóbal Colón descubrió la isla que en la actualidad se conoce con el nombre de Puerto Rico y la llamó San Juan Bautista.

Rápidamente, San Juan se convirtió en el puesto militar español más importante de América. En 1508, Juan Ponce de León fue nombrado por el gobierno español primer gobernador de la isla. Fue él quien fundó el establecimiento original, Caparra, al oeste de la actual área metropolitana. La ciudad fue construida en una isleta hacia 1521.

A principios del siglo XVI San Juan era el punto de partida para las expediciones españolas hacia las partes desconocidas del Nuevo Mundo. La ciudad se fue desarrollando paulatinamente siendo sus primeros edificios el cabildo y la cárcel, con recovas y altos, en la calle llamada, precisamente,“del Cabildo”, hoy General Acha.

Al momento de su fundación. el poblado ya contaba con 80 casas y podían distinguirse cuatro calles: la Santo Cristo, Recinto Oeste, la Caleta de San Juan y la de las Monjas. Pocos años más tarde, en 1529, la ciudad de San José contaba con unas 120 casas, algunas de piedra, pero en su mayoría fabricadas de madera y barro. Cercanas a la ciudad habían varias pequeñas huertas que daban algún sustento a los colonos.

Desde el año 1541, en que los pastos y los montes son declarados lugares comunales para el disfrute de todos los colonos, la situación de las haciendas de pan, casabe y maíz empeora. El ganado se torna montaraz y se hace muy difícil cobrarlo de nuevo. La caña de azúcar fue introducida pronto en la isla. En el año de 1523, el licenciado Tomás de Castellón fundó el primer ingenio. Pocos años más tarde, en 1536, Castellón obtuvo un préstamo de 4.000 pesos para fundar cuatro ingenios.

La edificación de la Catedral comenzó poco tiempo después de que los vecinos de Caparra se asentaron en la isleta y fue terminada en 1528. Cinco años más tarde, comenzó la construcción del sistema de defensa de la ciudad con la erección de la Fortaleza de Santa Catalina, cuyos trabajos terminaron el 25 de mayo de 1540. Mientras la construcción del Castillo San Felipe del Morro comenzó en 1539. Otras construcciones dedicadas a la defensa de la isleta y edificadas en el siglo XVI fueron:el baluarte de Santa Elena, la batería de San Gabriel, un muro para proteger la caleta de Santa Catalina y un fortín en la punta Escambrón. Todas estas fortificaciones y las que se construyeron posteriormente, fueron importantes al momento de defender la ciudad durante los cinco ataques de los cuales fue víctima entre los siglos XVI y el XIX.

La Inquisición fue en exceso rigurosa, ya desde un principio, en Puerto Rico. Según la crónica del canónigo don Diego de Torres Vargas Zapata, el Obispo e Inquisidor Don Nicolás Ramos fue riguroso y severo en extremo. En 1594 envió una carta al Rey Felipe II, informando del proceso en que intervino contra un grupo de negros brujos y renegados que celebraban cultos paganos cerca de San Juan. Ordenó azotar y luego desterrar a varios y obligó a otros a retractarse y renegar de su religión. A tres negras que reincidieron después de haber abjurado, las envió a ser quemadas vivas en la hoguera, en el quemador de la Santa Inquisición ubicado en los mangles al sur y cercano a una charca, al este de la “Isla del Carbón “. Luego de este incidente al lugar se le conoció como “Charca de las Brujas”.

Existían ya, desde 1610 las casas de dominicos y mercedarios, la primera en toda la manzana de lo que hoy son las calles Mendoza, Laprida, Entre Ríos y Libertador; la segunda en toda la manzana de las actuales Mitre, Tucumán, Santa Fé y  Rioja. Desde 1631 hay referencias de la ermita de San Clemente y de 1644 era la Iglesia de San Agustín. En la calle opuesta la Compañía de Jesús construyó en 1655 su residencia y colegio. En 1712 fue levantada, también por la Compañía de Jesús, la iglesia de San José. Estaba en la esquina de “El Portón” y “Real de las Carretas” (hoy Rivadavia y Mendoza). Ésta fue la iglesia mayor y un siglo después Catedral.

Sin embargo, durante más de dos siglos desde su fundación, las viviendas familiares fueron muy humildes. Eran casonas de adobes con techos de caña y barro. Recién alrededor de 1800 los registros históricos hablan de casas con revoques de barro pintados a la cal y a veces un zocalillo de distinto color o revestido de piedra laja. Era característica la ancha puerta a la calle,de hojas macizas de algarrobo, adornadas con clavos de cabeza y un gran aldabón redondo.  Las ventanas tenían rejas de madera o de hierro forjado.

Los solares tenían generalmente 24 metros de frente por 60 de fondo, aunque los había mayores. Las casas de las familias más pudientes la puerta abría a un zaguán con arco de medio punto y piso enladrillado o con un camino de lajas, con habitaciones a uno y otro costado. Muchas casas tenían hasta tres patios. El primero se comunicaba con la sala en la que se recibían las visitas; el segundo estaba rodeado por las habitaciones mientras que el tercero, al fondo, era destinado a la huerta familiar, la cocina y las industrias domésticas.

Por el fondo de todas las casas corría la acequia que proveía de agua a la familia. Era común ver dos tinas, una para aclarar el agua de consumo y otra para el baño. A pesar de algunos adelantos, aún abundaban en la ciudad los baldíos e incluso la misma plaza principal lo era. Las calles no tenían árboles ni acequias.

A mediados del s. XVII llegan a Puerto Rico los primeros negros procedentes de las islas vecinas. En concreto, en 1664 llegaron a Puerto Rico tres negras y un negro, huidos de la isla de Santa Cruz. El gobernador Juan Pérez de Guzmán se opuso a su venta como esclavos para beneficio del Tesoro Real, opinando que “no parecía decoroso que el rey redujese a esclavitud las gentes que se acogían a su amparo”.

Desde 1714 el gobernador Juan de Rivera había repartido parte del ejido de la isleta entre el Fuerte San Cristóbal y el puente de San Antonio a negros cimarrones procedentes de colonias británicas, holandesas y danesas que ya sumaban 80. Estos pobladores habían llegado desde el siglo XVII impulsados por cédulas reales de los años 1663 y 1680 en las que el rey de España decretó la libertad de los esclavos procedentes de las islas extranjeras. (Abbad y Lasierra, 1788). Con esto se fomentaba el aumento poblacional para incrementar la riqueza que generaba el país, incrementar la agricultura y de paso debilitar a las potencias enemigas de la Corona.

El gobernador dispuso que estos libertos formaran colonia aparte. A cada varón le fue concedido el uso y usufructo de dos cuerdas y se les proporcionaron materiales de construcción e implementos de labranza. Se les organizó militarmente y se les enseñó a manejar los cañones de la vecindad. (Brau, 1974: 170, 171). Para 1772, según el mapa preparado por Thomas O’Daly, el camino que conducía a la ciudad desde su periferia, y el resto de la isla aparece bordeado en ambos lados por 41 bohíos. Adolfo de Hostos se refiere a este primer barrio extramuros en los términos siguientes: “La miserable ranchería fue alineándose al borde del camino que conducía a la fuente de Aguilar desde la Puerta de Santiago, en un predio selvático en el que pastaba ganado suelto hasta fines del siglo XIX. Esta “ranchería” se fue extendiendo hacia el recinto murado, llegando “a unas cuantas varas de la Puerta de Santiago, alienados en la orilla del sur del camino que conducía al puente de los Soldados. Andando el tiempo, fuéronse apiñando en el camino que conducía a la puerta de San Justo, por detrás del baluarte de San Francisco de Paula”. Hacia mediados del siglo, el caserío llegaba hasta la segunda línea defensiva que atravesaba la Isleta, de norte a sur, justamente a la mitad de la distancia que separaba el revellín de Santiago de la primera línea, frente a la ensenada del Condado.Debido a la poca fertilidad de los terrenos las autoridades accedieron a que los colonos negros se pasasen al otro lado del puente de San Antonio, poblándose así los terrenos hasta el caño de Martín Peña.

España, para defender la isla de los intentos de conquista por parte de ingleses y holandeses, construyó una serie de fortificaciones ya a mediados del siglo XVI, de ahí que se denomine a San Juan “La ciudad Amurallada”. Los fuertes militares de San Felipe del Morro y San Cristóbal fueron los primeros en construirse. En 1595, el británico Francis Drake fue derrotado en la bahía de San Juan por los cañones del Morro, en el transcurso de la que sería su última expedición contra América.

La orden para el amurallamiento de la ciudad fue emitida por el rey Felipe IV en 1630 y para 1641 las tres puertas de la ciudad San Juan, San Justo y Santiago habían sido terminadas.

Atacantes posteriores a Francis Drake, como George Clifford, Tercer Conde de Cumberland, la capturó brevemente en 1598 y una fuerza holandesa tomó la ciudad desde el lado de tierra en 1625. En respuesta, se construyó la fortaleza de San Cristóbal, el mayor fuerte español del Nuevo Mundo, al noreste de la ciudad y, de 1634 a 1638, fueron levantadas las paredes a lo largo de la parte sur de San José, dando cara al puerto. Los bastiones que existen hoy en día, fueron añadidos principalmente durante el período de 1765-83.

El 18 de abril de 1797 una flota inglesa capitaneada por el almirante Sir Henry Harvey y el general Ralph Abercromby. Con más de sesenta barcos, llevando un total de 14.100 hombres, las velas cimeras de los cuales habían sido divisadas el día anterior, lanzaron anclas frente a la playa de Cangrejos, donde desembarcaron las tropas. Trescientos hombres bajo el Coronel Linares enfrentaron a los invasores sobre la playa cerca de Cangrejos, pero tuvieron que retirarse hacia el fuerte de San Antonio ante la superioridad numérica del enemigo. Entre tanto, cuando el Gobernador Castro rehusó una demanda de rendición, los barcos ingleses establecieron el bloqueo del puerto de San Juan. El puente de Martín Peña que impide el acceso al interior, y los fuertes de San Antonio y San Gerónimo defendiendo los accesos a la capital, fueron el escenario de fieras batallas.

Durante el asedio de San Juan en 1797 el Gobernador Ramón de Castro reforzó sus ejércitos con un regimiento de nativos puertorriqueños negros, quienes lucharon en defensa de la ciudad. Una compañía de esclavos negros fue organizada además para ayudar en la defensa. La Compañía de Morenos organizada por O’Reilly también se cubrió de gloria durante el asedio. El Gobernador Castro envió al oficial Pedro de Córdoba para cargar contra fuerzas enemigas atrincheradas en Miraflores a la cabeza de “sesenta milicianos de las compañías de morenos”.

La ciudad de San Juan estuvo bajo el fuego de las armas inglesas hasta el 30 de abril. El 2 de mayo de 1797 todos los barcos de la invasora flota inglesa levaron anclas, abandonando el bloqueo de San Juan, el cual resultó un completo fracaso. El comandante inglés, Sir Ralph Abercromby, en un intento de explicar este desastre, informó más tarde que los invasores habían encontrado al enemigo bien preparado, con una guarnición más fuerte que la esperada, protegidos por “sólida muralla y poderosas armas”.

Grandes sectores de estos terrenos de la isleta que componía el ejido original de la ciudad de San Juan estaban bajo la jurisdicción  de las autoridades militares, que los mantenían libres de estorbo por ser esenciales para el uso de las tropas. En el centro del sector estaba el polvorín del Escambrón y lo cruzaba la segunda línea de defensa compuesta por una serie de murallas de baja altura que cortaban al paso a las tropas que pudieran atacar desde Cangrejos. El “Gran Huracán” del 1780 barrió los endebles bohíos y solo quedaron en pie las fortificaciones y líneas de defensa. El territorio extramuros de Puerta de Tierra tenía una extensión de aproximadamente 260 cuerdas, antes de la desecación de los manglares en el Caño San Antonio. El resto eran terrenos pantanosos cubiertos por espesos bosques de mangle.

En junio de 1806 una flota británica desembarcó en Buenos Aires y las tropas tomaron el fuerte. La resistencia del pueblo venció a los invasores, que finalmente se rindieron. Todos estos hechos eran desconocidos en San Juan hasta que el virrey Sobremonte ordenó que los prisioneros de guerra fueran internados en Cuyo. En octubre y diciembre de 1806 llegaron dos grupos que sumaban alrededor de 280 soldados ingleses. Fueron albergados en una casa-prisión que fue acondicionada para ello; no obstante muchos fueron hospedados por vecinos de San Juan, mientras otros fueron enviados a Valle Fértil.

En 1807, y luego de un segundo intento de invasión, Gran Bretaña firmó la capitulación y se decidió la entrega de prisioneros. Los que estaban en San Juan fueron conducidos a Buenos Aires en una tropa de mulas. Según numerosos historiadores, alrededor de 17 ciudadanos ingleses se quedaron definitivamente en San Juan y aquí formaron sus familias.

Con el paso de los siglos, la fuerza militar de Puerto Rico se convirtió en una fuerza económica que dio como resultado la única isla del Caribe donde la industria y el comercio sobrepasaron a la producción agrícola.

Desde el punto de vista de las diversiones populares en esta etapa colonial española, además de las fiestas religiosas, en el San Juan colonial eran habituales otros entretenimientos populares. Uno de ellos eran las corridas de toros, generalmente programada como espectáculo para algún día de fiesta. El escenario era la Plaza Mayor.

Otro juego que apasionaba a ricos y pobres era la riña de gallos. Muchas casas, especialmente en las afueras, tenían gallos de pelea y había viviendas donde funcionaban los reñideros, en los que se jugaba por dinero.

La plaza y las calles eran también escenarios de carreras de caballos. Los relatos históricos cuentan que en San Juan ya desde la época de la colonia, también se festejaba el carnaval con ruidosas fiestas populares.

Las migraciones de comienzos de siglo XIX  promovieron el desarrollo económico, político y cultural del la capital. Don Pedro Tomás de Córdova describió a la ciudad en 1844: “desde el puerto se ve la ciudad como en un anfiteatro, el conjunto de sus casas, edificios y murallas forman un todo de grato e imponente aspecto al observar y considerar sus hermosas fortificaciones, que descuellan sobre sus edificios”.

Para 1897, las 900 casas que formaban el casco de la ciudad eran casi todas de cal y piedra y sólo algunas estaban hechas de madera. En ese momento, contaba con más de 27.000 habitantes. La Ciudad Amurallada fue atacada por última vez el 12 de mayo de 1898 cuando fue bombardeada por la Marina de guerra estadounidense, como parte de la Guerra Hispanoamericana.

LA CIUDAD DE SAN JUAN EN LOS SIGLOS XX Y XXI.

Uno de los primeros signos de modernidad es el surgimiento del ferrocarril. Los primeros ferrocarriles de Puerto Rico fueron construidos bajo las normas españolas y generalmente usaron equipamiento y vías europeas. El primer ferrocarril del área de San Juan fue el Tranvía de Ubarri, de 12 Km. de longitud. Abrió en el año 1880 y era impulsado por pequeñas locomotoras a vapor siendo llamado el Tranvía de la Capital. La línea corría desde el Viejo San Juan por la Av. Ponce de León hasta Río Piedras. El segundo ferrocarril del área se abrió en 1883 y se llamaba la Línea Férrea del Oeste y tenía 7 Km. de longitud. Las dos líneas a vapor de San Juan corrieron por  caminos y eran llamados tranvías, pero debieran de haberse llamado ferrocarriles urbanos. San Juan nunca tuvo tranvías a tracción animal en sus calles.

Tarjeta postal de un tranvía cerca del Parque Borinquen. (PP s.XX)

A principios del s. XX, en la ciudad de San Juan se asentaban una serie de barriadas donde vivía la gente más humilde de la ciudad. Una de las más importantes era La barriada Miranda que estuvo ubicada en los terrenos que en la actualidad ocupa el Residencial Público Puerta de Tierra,y se extendía hasta el borde mismo del canal San Antonio. Hasta principios del siglo XX, hacia el sur de la vía del ferrocarril y en los bordes del Caño de San Antonio solo existían ciénagas y mangle.

Arrabal Miranda. Sector norte.1935.

En sus comienzos, cuando era un conjunto de bohíos, Puerta de Tierra fue un barrio predominantemente residencial. Al desarrollarse se añadieron otros usos públicos cuya proyección sobrepasaba los límites del barrio. La evolución de la vivienda, según los promotores se adaptaban a las condiciones cambiantes del mercado, junto a los designios militares, las reglamentaciones urbanas y la condición del entorno natural definieron la forma que tomó el asentamiento.

El crecimiento de arrabales en el área metropolitana de San Juan resultó tanto de los cambios sociales como económicos de la isla y del aumento demográfico. Durante las tres primeras décadas del siglo XX, se estableció en Puerto Rico una poderosa y modernizada industria de monocultivo azucarero que culminaba un proceso monopolista vislumbrado desde finales del siglo XIX. Un puñado de compañías  compró grandes cantidades de tierras azucareras, creando una estructura  económica que oprimía al colono y al agregado, quienes trabajaban una tierra que no les pertenecía, sin esperanza alguna de mejoría económica o social. En su búsqueda de mejores oportunidades de empleo, los obreros de la agricultura dieron inicio a un patrón de emigración del  campo a los sectores urbanos, que contribuyó al gran aumento demográfico de San Juan durante las tres primeras  décadas del siglo XX. Así si San José contaba con unos 48.700 habitantes, en 1910, dos décadas después, en 1930, superaba los 114.700 habitantes, aunque el mayor crecimiento demográfico de la capital portorriqueña lo experimentará a mediados del s. XX, en la década de 1950 a 1960 ya que pasa de 224.767 a 451.658, duplicando pues su población en tan solo diez años para posteriormente quedar estabilizada su población en las siguientes décadas.

Por su carácter de ciudad amurallada, su configuración geográfica  y la necesidad de nuevos asentamientos para los recién llegados, ésta se expandió extramuros, principalmente hacia Puerta de Tierra y Santurce. Casi todos los pueblos tenían un área dedicada a residencias para los trabajadores, pero Puerta de Tierra era, a principios de siglo, el asentamiento más grande dedicado a este propósito, y presentaba las peores condiciones de vida en la isla.

Según el estudio de Manuel A. Pérez sobre los arrabales de San Juan, en 1939 el 26,7 por ciento de la población de San Juan residía en áreas de arrabal. Puerta de Tierra era uno de los sectores de la ciudad con mayor concentración de arrabales. La condición socioeconómica de la comunidad Miranda en 1939, se destaca como una de la más patéticas: era el segundo arrabal en extensión de todos los estudiados en San Juan y Santurce; el 23,6 por ciento de su población era analfabeta; y como en el resto del sector,la mayo ría de sus residentes no eran dueños de la tierra ni de sus viviendas. El alquiler promedio semanal de las estructuras de Miranda (1,76 dólares) era considerablemente mayor que el promedio de alquiler semanal de todos los de más arrabales estudiados (1,48 dólares). Esto se debía probablemente a una mayor demanda dada la cercanía de este sector a las fuentes de trabajo asalariado.

El Nuevo San Juan conecta con el Viejo por medio de un estrecho brazo de tierra, la llamada Puerta de Tierra. El Puente de San Jerónimo actúa de frontera entre esos dos mundos que conviven día tras día.

La capital moderna es una ciudad de arquitectura futurista, donde se asientan los principales centros administrativos, financieros, comerciales y de servicios de Puerto Rico. Sus sectores más importantes son: Condado, Isla Verde, Carolina, Santurce, Hato Rey, Ocean Park, son el reflejo del actual dominio anglosajón en la isla: calles abarrotadas, enormes edificios de hormigón, zonas verdes, bloques de viviendas, áreas residenciales y gigantescos centros comerciales.

Entre las áreas más destacadas de la ciudad de San Juan estarían:

• Condado es el centro turístico: en sus calles se acumulan los grandes hoteles, los casinos y los restaurantes internacionales, sobre todo en la Avenida Ashford.

• Hato Rey, conocida como “la manzana de Oro”, con sus audaces construcciones modernas, es la zona financiera y comercial más importante de la ciudad y el Caribe. En este barrio está la popular Plaza de las Américas, el centro comercial más importante del Caribe, con cientos de tiendas de todo tipo.

• Ríos Piedras, al sur, es la zona universitaria de la ciudad. En esta área destacan la Biblioteca José Lázaro, la más grande de Puerto Rico,y el Museo de la Universidad de Puerto Rico. En Ríos Piedras también se encuentran el Jardín Botánico y el mercado callejero de San Diego.

Las actividades turísticas son muy importantes en Puerto Rico. Se calcula que en 2013, unos 4,5 millones de turistas  eligieron esta isla caribeña para disfrutar de sus vacaciones de los que la mitad (2,2 millones) se hospedaron en su capital: San Juan.

Los turistas cuentan en Puerto Rico con unas buenas infraestructuras para poder recorrer toda la isla. En primer lugar, tienen para desembarcar, el puerto de San Juan que es de los mayores centros de cruceros del mundo. Más de 20 barcos utilizan este puerto como base operativa y cada día es mayor el número de cruceros que, o bien parten de San Juan, o hacen escala en su puerto. Una línea de transbordadores conecta la isla principal con las de Culebra y Vieques, incluyendo el servicio de automóviles. El transbordador Catano une los dos márgenes de la Bahía de San Juan y realiza trayectos a las destilerías Bacardí.

Los “trols”, trenes descubiertos, son el medio de transporte típico que transitan las estrechas calles de la ciudad vieja de San Juan. Parten de La Puntilla y La Marina, pero también se pueden tomar en cualquier otro punto de su recorrido. Disponen de varias paradas y son gratuitos.

Los autobuses  realizan recorridos por la ciudad de San Juan bajo la supervisión de la Autoridad Metropolitana de Autobuses. Los autocares públicos son los autobuses o minibuses con billete de tarifa según el destino, que en lazan todas las ciudades y pueblos de la isla durante todo el día. Generalmente se detienen en las plazas mayores de cada localidad y son cómodos y baratos. El autobús Ruta Panorámica recorre la isla por carreteras que ofrecen hermosas panorámicas desde las que se pueden apreciar espectaculares vistas.

Puerto Rico tiene varios aeropuertos, pero el más importante es el Aeropuerto Internacional Luís Muñoz Marín de Isla Verde, a 14 Km. del centro de la ciudad, que es utilizado tanto para los vuelos domésticos,como por la mayoría de las aerolíneas internacionales. Es el mayor nudo de comunicaciones aéreas internacionales del Caribe. El segundo aeropuerto de San Juan es el de Isla Grande, al otro lado del estuario, donde también se pueden alquilar avionetas. Las ciudades de Ponce y Mayagüez también cuentan con aeropuertos pero son más pequeños.

Frente a las zonas más ricas y desarrolladas de San Juan existen otras más desfavorecidas como es el caso del barrio de Santurce que ya desde principios del s. XX, siguió un desarrollo urbano no planificado sin llevarse a cabo un mejoramiento considerable de la red vial ni del resto de la infraestructura de apoyo provocando una hipertrofia urbana que obligó al gobierno a intervenir de manera urgente para resolver los graves problemas de urbanización descontrolada. Se crearon pues, varios organismos oficiales encarga dos de implantar planes de ordenación urbana. Santurce implementó su primer plan de desarrollo en 1956 cuando la Junta de Planificación publicó el “Plan Regional del Área Metropolitana de San Juan”.

La población actual del barrio de Santurce es de 82.000 personas con una de las densidades de población mayores de todo Puerto Rico. La mitad de esta población se encuentra bajo el nivel de pobreza fijado en los Estados Unidos (ya que Puerto Rico es un Estado Asociado de USA). El sub-barrio denominado Shanghai está todavía más empobrecido ya que el 81% de sus habitantes se encuentran bajo el nivel de pobreza.

En definitiva San Juan tendrá que hacer frente, en los próximos años, a un plan urbanístico integral que sea capaz de mejorar e incluso acabar con esos barrios marginales y pobres que oculta a los turistas por no ser agradables de visitar.

Fuente: otromundoesposible.net