El aumento experimentado por la deuda del sector público no financiero, comienza a dejar de ser un pie de amigo para el crecimiento económico y ha convertirse en una mayor carga y presión para las finanzas del fisco; lo que eventualmente podría traducirse en problemas de sostenibilidad fiscal y de la deuda, esto a partir de las señales que proveen los indicadores de vulnerabilidad de los pasivos, los que ya muestran niveles de riesgos que pueden alterar el estatus de la deuda.

Examinar los indicadores de vulnerabilidad de la deuda en una economía tiene importancia porque permite apreciar de manera simultánea la evolución del tamaño de la deuda del sector público y la capacidad de pago que tiene el país; de manera, que su medición es útil, porque proporciona señal acerca del deterioro o mejora de las finanzas públicas y por consiguiente, aporta en la consideración de si el Gobierno puede mantener su posición fiscal.

Al margen de los cuestionamientos que se hacen en torno a los indicadores de vulnerabilidad y sostenibilidad de la deuda, por aquello de mezclar variables económicas y reales de la economía con las del tipo financiero, lo cierto es que estos indicadores ayudan a comprender el problema del endeudamiento público.

Por otro lado, si bien es cierto que no existe consenso en cuanto a definir el endeudamiento óptimo para cada nivel de desarrollo de las economías, la realidad es que los indicadores de vulnerabilidad, contribuyen a comprender cuando la deuda se está acercándose a la insostenibilidad, por lo tanto, también provee indicios para darnos cuenta de cuándo se está en el óptimo, o lo que es lo mismo, cuándo se está lejos del riesgo en las condiciones normales de la economía.

Conforme a la opinión oficial de la Dirección General de la Deuda Pública, los pasivos del sector no financiero ascienden a US$ 32,721 millones a abril de 2019, equivalente a un 38.9 % del PIB, de agregársele la emisión y colocación de los US$ 2,500 millones de bonos en el mercado internacional de capital, más las cuentas por pagar consignada en el presupuesto nacional y descontándole la amortización de la deuda, la presión de los pasivos podría situarse en alrededor del 42.0 % del PIB, a mayo del presente año.

La cuantificación del indicador de la deuda pública del sector no financiero sobre el PIB dominicano está muy cercano al valor crítico, si se da como valido el dato oficial. Sin embargo, de tomar en consideración el cálculo realizado por esta opinión, el indicador entró a su valor crítico, que lo sitúa en un 40.0 % para países de nivel de ingreso medio, contemplado por el Banco Mundial (BM) y el FMI.

La composición de la deuda del sector público no financiero se sitúa en US$ 21,359 millones como deuda externa y de US$ 11,362 millones como deuda interna, representado una participación dentro del total de la deuda de un 65.0 % y un 35.0 %, respectivamente.

Mientras que, para el 2012 la referida deuda pública era de US$ 19,463 millones, equivalente a un 32.0  % del PIB, de los cuales, en términos de composición, US$ 12,871 millones correspondían a la deuda externa y US$ 6,591 millones a la deuda interna.

Otros detalles del bloque de indicadores de vulnerabilidad de la deuda, se pueden apreciar por medio a la tasa de interés promedio del 2012, que fue de un 6.6 %, distribuida en un 3.6 % para la externa y de un 12.6 % para la interna; en cambio, a abril del 2019 es de un 7.7 %, compuesta de un 5.8 % para la externa y de un 11.4 % para la interna. De manera, que en siete años la diferencia en la tasa de interés promedio ha sido hacia el alza, en alrededor de un 1.1 %.

El indicador de la deuda como porcentaje del ingreso corriente para el 2012 era de un 240.0 % y para el 2018 de un 270.0 %, lo que equivale a decir que el esfuerzo en términos de tiempo que tendría que realzar la economía dominicana para pagar el saldo total de la deuda del sector público no financiero ha crecido, al pasar de 2.4 años a 2.7 años.

Por el lado del pago de intereses como % de los ingresos corrientes, en el 2012 era de un 18.0 %; en cambio, para diciembre del 2018 fue de un 20.0 % y para el cierre del 2019 se estima será de un 21.5 %. El resultado del referido indicador muestra que el costo de los intereses se ha elevado, comprometiendo en forma creciente el nivel de tolerancia de los ingresos públicos, al tiempo de aproximarlo al límite para una economía emergente, que se sitúa en un 26.0 %, conforme al FMI.

Si el pago de los intereses lo medimos como % del PIB, este indicador pasa de un 2.5 % en el 2012 a un 3.0 % en el 2018 y para el cierre del 2019 a un 3.4 %. El incremento del referido indicador, muestra una carga cada vez más onerosa para la economía nacional en relación al gasto público no productivo y ha entrado al límite del 3.0 % como valor crítico, conforme al parámetro de los organismos internacionales.

Respecto al indicador del servicio de la deuda como % de los ingresos corrientes, para el 2012 era de un 28.7 % y en el 2018 de un 30.6 % y el estimado para el 2019 de un 34.1 %. La evolución creciente del servicio de la deuda condiciona el ejercicio presupuestario, haciéndolo depender con mayor profundidad del financiamiento, reduciendo el espacio fiscal y limitando el gasto público de capital y social; lo que es una señal de que el sector público debe desacelerar el ritmo del endeudamiento.

Por su lado, la tasa de crecimiento del servicio de la deuda del sector no financiero se elevó en un 100.0 %, al pasar de RD$ 92,187 millones en el 2012 a RD$ 183,686 millones al cierre del 2018 y la deuda per cápita que mide la magnitud del endeudamiento en función de la población, ha pasado para los mismos años comparados de US$ 2,010 a US$ 3,817, para un incremento de US$ 1,177.

La razón entre la amortización de la deuda sobre los desembolsos, durante los años 2012 y 2018 se ha mantenido invariable en un 26.0 %; lo que indica que al estar por debajo del 100.0 %, la deuda pública se está financiando con nueva deuda en forma creciente y significativa, entrando entonces al círculo vicioso de la deuda.

El balance que arrojan los distintos resultados de los indicadores de vulnerabilidad de la deuda del sector público no financiero, vistos en forma de tendencia, sugiere que la adopción de medidas que detenga o haga mejorar el perfil de los pasivos y de sus indicadores es imperativo, a fin de no comprometer la estabilidad y el crecimiento de la economía y los avances alcanzados en materia social.