Un acto de violencia cometido en Egipto ha proyectado dolor en una plaza de San Pedro desbordante de jóvenes reunidos con el Papa Francisco en una misa del Domingo de Ramos que ha incluido la entrega de la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud a un grupo de chicas y chicos de Panamá para la cita del próximo mes de enero en el país centroamericano.

Por desgracia, muy poco antes del comienzo de la bendición de las palmas en la plaza de San Pedro, la detonación de una bomba en la iglesia copta de San Jorge, en Tanta, 95 kilómetros al norte de El Cairo, causaba más de 20 muertos y más de medio centenar de heridos entre fieles absolutamente desarmados, inofensivos e inocentes.

El gran Imán de la Universidad de Al-Azhar, Ahmed el-Tayyeb, condenó inmediatamente ese «acto despreciable e inhumano» al tiempo que manifestaba su cercanía a los fieles cristianos de Egipto, aproximadamente el diez por ciento de la población del país.

Por la fecha y el lugar elegidos, el atentado parece obra del mismo tipo de fundamentalistas islámicos que detonaron una bomba en la catedral cristiana copta de El Cairo el pasado 25 de diciembre, causando 25 muertos y docenas de heridos.

El templo ha sido completamente reconstruido por ingenieros del ejército egipcio por orden del presidente al Sisi, quien recibirá al Papa en El Cairo el próximo 28 de este mes de abril en un viaje destinado a participar en la conferencia internacional de paz organizada por la Universidad de Al-Azhar, referente religioso de los musulmanes sunníes, y a encuentros con los cristianos coptos perseguidos.

Al término de la misa del Domingo de Ramos, el Santo Padre ha invitado a rezar por las víctimas del atentado, los heridos y sus familiares, así como a pedir que Dios «convierta el corazón de las personas que siembran el terror, la violencia y la muerte, así como el corazón de quienes fabrican y trafican con armas» que fomentan guerras en tantos países.

En su homilía, el Papa había comentado que la celebración del Domingo de Ramos tiene «un doble sabor, dulce y amargo, alegre y doloroso» ya que Jesucristo era consciente de que el recibimiento triunfal en Jerusalén era, en realidad, el primero paso hacia su Pasión y muerte.

Según Francisco, «Jesús no es un sembrador de falsas ilusiones, ni un profeta ‘new age’ ni un vendedor de humo», sino «un mesías bien definido con la fisonomía concreta del siervo y del hombre que va a la pasión».

El Papa les había invitado a ver a Jesucristo «no solo en los cuadros, fotografías o videos en la red», sino también «en nuestros hermanos y hermanas que hoy sufren como él a causa de un trabajo esclavo, dramas familiares o enfermedades». Y de modo especial en estos momentos, en quienes «sufren a causa de la guerra y el terrorismo, por culpa de los intereses que mueven las armas y dañan con ellas».

El próximo encuentro del Papa con los jóvenes tendrá lugar este miércoles en la audiencia general.

Referencia: Noticia Libre