La obra principal de Martin Buber: “Yo y Tú” aborda el tema del diálogo como personalización de la realidad o experiencia del trato persona a persona, fundamento del encuentro del yo y el tú como relación personalista que implica tres aspectos:
Presencia.
Reciprocidad
Responsabilidad.
El diálogo entre personas es correlativo al más próximo.
Surge espontáneamente.
Determina los momentos más importantes de la vida de los involucrados en el mismo, dentro de un espacio determinado, donde se acorta la brecha entre lo lejano y lo cercano.
De esta forma lo diáfano mengua lo oscuro del pensamiento humano.
Repercusiones del diálogo en las relaciones comunitarias.
En el ámbito de la fe, Buber en su obra “Los Dos Tipos de Fe”, relaciona desde perspectiva escrituristica la fe judía y la fe cristiana en las cuales el diálogo es experiencia creadora plenificante.
El encuentro personal del yo con el otro descubre al yo como persona. Esto requiere que el hombre en su realidad personal encuentre su apoyo en las intervenciones del Dios de Israel.
El diálogo de fe en su dimensión universal se convierte en la respuesta a la necesidad moral que evita perturbar la comunicación porque tiende siempre al punto de vista del otro, fuente universal de los argumentos para una puesta en común de los rasgos unitivos del ser humano:
La intención de resolución de conflictos
La negociación y
La comprensión.
La Historia Sagrada es diálogo constante de los personajes escogidos por Dios mismo a quienes asigna una misión de índole mesiánica en el pueblo de la Alianza para ser esencialmente coexistencia:
1. Con Dios. Las relaciones abiertas al diálogo entre el yo y el tú dan paso al diálogo entre el hombre y el mundo cuya fuente eterna es la presencia de Dios en la existencia diaria.
2. Con los otros: La filosofía del diálogo permite actuar de acuerdo a unos principios dialógicos.
Recorrer el camino del tú-yo como posibilidad de afianzar la propia conciencia.
Pensar y vivir la diferencia radical entre el yo-tú.
Buscar el yo y el tú al Tú-absoluto de interpelación y disolución de la soledad o ausencia de todo diálogo.
3. Con el universo: El interés por el otro es suscitado por “la mediación” o búsqueda de soluciones a conflictos provocados por las formas del pensamiento llamadas los enemigos del diálogo:
El dogmatismo,
El totalitarismo y
El ausentismo.
Una relación personalista, viva y permanente lleva al conocimiento del hombre sobre sí mismo como persona desde su relación que humaniza el mundo con el diálogo como auténtica y perfecta forma de comunicación entre las personas.
La vida comunitaria en su carácter originario fomenta la comunicación del yo-tú como superación del monólogo falso que divide a los hombres.
En el marco de una comunicación mantenida entre ambas partes, el sujeto es persona que conversa para abrirse a una experiencia llamada “acontecimiento relacional”, que comprende:
1. Retroalimentación: comprensión de lo expuesto con tendencia creciente al común interés tanto del agente como del destinatario.
2. Interacción refractaria: disposición de ambas partes al conocimiento de la realidad del otro y sobre sí mismo.
Tanto el origen y como el destino de toda la existencia humana dependen de la comunicación interpersonal de los valores fundamentales de la vida:
La solidaridad,
El respeto por el otro,
La tolerancia,
La no discriminación y
El amor por el prójimo.
La necesidad que tiene todo hombre de relación, judío o cristiano, solo puede ser vivida en el Dios capaz de propiciar la conexión entre el yo y el mundo creado.
Somos lo que somos gracias a la relación con otros.
Conciencia esta de la necesidad de comunicación hace del hombre un cocreador con Dios en la composición del mundo mismo.
Los límites y la medida de la validez del diálogo requieren apertura al otro.
Los argumentos de polémica reivindicativos refieren al temor de confrontaciones pasadas con resultado desigual e injusto.
El proceso de liberación de los particularismos es un verdadero “paso” o pascua de lo individualizado a lo universal en la sumatoria del yo y el tú por el esfuerzo en varios estadios:
Elaboración de un doble itinerario personal y grupal.
Comunicación objetiva del saber de ambos.
Supresión de las diferencias a través del acceso a lo común sin despersonalización alguna.
La definición y fijación del sentido del mensaje cuya vivacidad depende de la expresión, el contenido y la formulación del lenguaje empleado con rectitud de opinión, expresión de la ciencia verdadera, que requiere de una visión globalizada que constituye a una sociedad organizada en el encuentro entre los entes humanos que están localizados en el espacio y en el tiempo.
El tema de los conflictos evitables en el diálogo de la comunidad mundial ha de ser la búsqueda de una estructura organizacional ideal como plataforma para propiciar:
El encuentro sincero mediante la palabra o discurso
La necesidad de la humildad como actitud
El ejercicio de la confianza entre las partes y
Un firme compromiso en la búsqueda de la verdad.
Asistimos en Buber a un verdadero giro dialógico que requiere de un giro lingüístico sociológico en los temas de común interés.
Las ideas dialógicas, de muy delicada administración para el interlocutor, no pueden regirse por la desinformación o la manipulación de la información en cuestión, sino, que ha de experimentar los beneficios del diálogo para distinguir entre el:
Discurso impersonal, el cual busca obtener algo del otro como instrumento para obtener un objeto. Por tanto, la actividad falsedada no es diálogo.
Diálogo personal: la consideración del tú desde el otro, que exige por su misma naturaleza respeto a la verdad, igualdad, aceptación y responsabilidad y tolerancia.
Padre Manuel Antonio García Salcedo, PhD.
Arquidiócesis de Santo Domingo.
*Tesis Doctoral:
«El Diálogo Pneumatológico del Magisterio del Papa San Pablo VI a partir del Concilio Ecuménico Vaticano II».
Extracto 11.
En preparación: investigación postgrado doctoral.