Por Plantida Reyes

A pocos días del proceso electoral interno de los dos principales partidos políticos de la República Dominicana, unas cuchumil mediciones de simpatías de las precandidaturas a nivel presidencial han sido hechas.

Un gran número de ellas publicadas, mientras otras miles y miles han quedado engavetadas y encubiertas pues sólo se trataba de comprobar la intención del voto.

Pese a que la Junta Central Electoral anunció con anticipación que sólo reconocería, con previa inscripción en sus oficinas a dos o tres firmas encuestadoras, lo cierto es que los dominicanos, acostumbrados culturalmente a buscar remedios para todos los males, no se han abstenido en procurar resultados propios, reales o supuestos, sobre los protagonistas de la contienda.

Este domingo, día 6 de octubre, el pueblo dominicano conocerá quiénes serán los candidatos del Partido de la Liberación Dominicana -PLD-, y del Partido Revolucionario Moderno –PRM- que se enfrentarán en el proceso general de mayo, el próximo año.

Las mediciones abundan por doquier en busca de acertar con el ganador en ambas organizaciones políticas. Sin embargo, mi encuesta sólo se ha enfocado en el PLD y en los precandidatos en la posición presidencial. Unos que otros personajes a cargos congresuales y municipales han tenido mis atención.

Como he tratado, desde tener uso de razón política, en ser participativa en temas nacionales donde se involucra o involucran al pueblo sencillo y llano, casi siempre sin voz pero con voto en épocas ocasionales como son las elecciones primarias y generales cada cuatro años, decidí unirme a la extensa lista de fabricantes de datos, con el ingrediente de asegurarme que la mía, mi encuesta, es justa, representativa, sagrada, transparente, real, y sobre todo, es mi encuesta, cuyos resultados estaría dispuesta a defender en cualquier escenario.

Mi medición la he realizado de manera minuciosa, como se presume deben ser todas, las pagadas o no, las registradas en la JCE o las que satisface a cada dominicano y/o extranjero que ha querido formar parte del paisaje electoral nacional.

Con un folder debajo del brazo, he ido a convencer a familiares, vecinos y amigos, de que los resultados de mi encuesta quedaran homologados con los que ha de ofrecer la JCE antes del amanecer al lunes siete de octubre en curso.

Me he negado a dejar mi encuesta, con tan majestuoso resultado en el nivel presidencial del PLD, dormida en una gaveta de un archivo de sueños, de esperanzas y de anhelos colectivo. No, mi encuesta procuró conocer el sentir de todo un pueblo que durante los últimos años no ha sido escuchado. No ha sido reivindicado. No ha sido llamado a caminar junto a las autoridades de turno a compartir el sol y el mar de riquezas, bienestar y oportunidades que ofrece la República Dominicana. Esos motivos me guían a hacer público mi ganador.
Entre los temas claves de mi encuesta figuran en mantener firme la identidad del pueblo dominicano; sus valores, su cultura, su arraigo, su permanencia como nación independiente y soberana.

Han sido tantos los datos que extraje de mis mediciones que, sin ser experta en escrutar informes y estadísticas, los he manejado rebosante de alegría, con algarabía, con entera conciencia, con honestidad, con mi formación e información sobre los temas nacionales, al mirar que cada día miles y miles de dominicanos, de todas las clases sociales, se suman a seguir al ganador de mi escrutinio.

Mi encuesta refleja también el descontento y las críticas de toda la sociedad dominicana al ver con asombro el mar de dinero que se avista en los cuatro puntos cardinales de nuestro territorio, para fabricar equivocadamente a un candidato que encarna la opulencia, el derroche, la improvisación, la apatía, la manipulación, la soberbia, la intriga y la arrogancia.

El ganador de mi encuesta, señores, no llegó al PLD ayer, ni esta mañana. Ni por compadreos ni negociaciones económicas.
Después del profesor Juan Bosch y Gaviño, padre y fundador de esa organización política, el ganador de mi encuesta, ha sido el abanderado de todos los peledeistas y de todos los que le han ofrecido su mano sincera y amiga, entregándole una rosa blanca a cada dominicano por igual.

Ha gobernado en tres periodos a todos los hijos de Juan Pablo Duarte sin exclusión alguna. Ha logrado las más sanas y extraordinarias transformaciones sociales y democráticas en la República Dominicana, y hoy se observan sombrías. En su pecho lleva los valores más dignos del legado de los Padres fundadores de nuestra nacionalidad.

Le he admirado desde mi niñez, muchos años antes de que el destino me llevara a plasmar su nombre y sus enseñanzas en las aulas uasdianas. Su cátedra me condujo a despertar al conocimiento sobre la sociología de la comunicación. Y mucho más que eso, a descubrir en él su capacidad, su sensibilidad, su sabiduría, su lenguaje y sus dotes de dignatario las que hoy pide, a viva voz, todo un pueblo a que nuevamente regrese al Palacio Nacional, a dirigir los destinos nacionales.

Sin otros preámbulos, amigos lectores, le presento a Leonel Antonio Fernández Reyna, el gran ganador de mi encuesta en las primarias del PLD para este domingo 6 de octubre. La JCE va a acertar.